10.05.2013 Views

Retablo del Alto Aragón - Instituto de Estudios Altoaragoneses

Retablo del Alto Aragón - Instituto de Estudios Altoaragoneses

Retablo del Alto Aragón - Instituto de Estudios Altoaragoneses

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

RETABLO DEL ALTO ARAGÓN<br />

400<br />

El gato pardo<br />

No conozco exactamente el número <strong>de</strong> habitantes que en mi<br />

pueblo resi<strong>de</strong>n pero ahora tengo más dudas que nunca, porque<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> lo que he observado estos días en un entierro, he <strong>de</strong> consi<strong>de</strong>rar<br />

también como vecinos moradores, a aquellos seres, no<br />

humanos, que manifiestan su cariño a otros seres vivos, como por<br />

ejemplo los gatos, y no solamente a los seres humanos.<br />

Hace unos ocho meses murió el ten<strong>de</strong>ro <strong>de</strong> Siétamo, al poco<br />

tiempo <strong>de</strong> retirarse <strong>de</strong> tal oficio con el que tenía a la gente <strong><strong>de</strong>l</strong><br />

pueblo muy contenta y satisfecha. Era ya mayor y como se encontraba<br />

con la única obligación <strong>de</strong> cultivar su huerto, <strong>de</strong> cuya faena<br />

le sobraba mucho tiempo, se <strong>de</strong>dicó a arreglar su casa, <strong>de</strong>jándola<br />

muy elegante y arreglada, a tomar el sol y a cuidar a su gato<br />

con más mimo que cuando su trabajo se lo impedía. Casi yo, ni<br />

conocía al gato, porque casi no salía <strong>de</strong> casa, don<strong>de</strong> supongo que<br />

tendría algún rincón para acostarse sobre alguna almohada, se<br />

subiría a alguna <strong>de</strong> las numerosas ventanas para tomar el sol y<br />

estaría siempre satisfecho <strong>de</strong> los alimentos que le daría, su dueño<br />

para alimentarlo.<br />

¡Qué feliz vivía el gato pardo! pero casi por sorpresa, le<br />

enfermó su dueño, tuvo que espabilarse para comer y por fin, vio<br />

jaleos por su casa, enterradores por el pueblo, hasta que el coche<br />

mortuorio llegó a la iglesia, mientras él se fijaba y nadie se daba<br />

cuenta <strong>de</strong> su nerviosismo. Después <strong>de</strong> enterrado, en poco rato<br />

<strong>de</strong>sapareció la gente y todo el movimiento <strong><strong>de</strong>l</strong> entierro y ya no volvió<br />

a ver más a su querido compañero <strong>de</strong> la vida.<br />

Yo, que antes no conocía casi al gato pardo, lo empecé a ver con<br />

más frecuencia, pues cuando en las puertas <strong>de</strong> algunas casas estaba<br />

alguien, acudía a pedir, con cariñosos maullidos, que le dieran<br />

comida y muchos se la daban porque no se sabían resistir al cariño<br />

con que el animal la pedía. Otras veces, cuando me marchaba <strong><strong>de</strong>l</strong><br />

pueblo, ya no lo veía.<br />

Pero, aproximadamente a los ocho meses <strong><strong>de</strong>l</strong> entierro <strong><strong>de</strong>l</strong> ten<strong>de</strong>ro,<br />

hubo otro en mi pueblo, el <strong>de</strong> una señora muy mayor y muy<br />

respetada por todos, tanto es así que al mismo acudieron más <strong>de</strong><br />

treinta sacerdotes. Se congregó en la Plaza Mayor una enorme<br />

multitud, <strong>de</strong> tal forma que no todos los asistentes pudieron entrar

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!