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Retablo del Alto Aragón - Instituto de Estudios Altoaragoneses

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RETABLO DEL ALTO ARAGÓN<br />

250<br />

¡Cómo relata en su poesía el traslado <strong>de</strong> esa pareja <strong>de</strong> viejos al<br />

asilo, en su obra ¡Adiós, viejo labrador, adiós! Es una <strong>de</strong> sus mejores<br />

obras poéticas y me recuerda, <strong>de</strong> algún modo, a Gabriel y Galán.<br />

Acaba su poesía diciendo: «Pero somos ¡los últimos! / así, que cierra<br />

la cleta, / que aún nos queda nuestro amor / ¡y este sí que tiene<br />

fuerza!».<br />

En La última mula, animal al que los niños ya no conocen, aunque<br />

van conociendo cada vez más a los caballos, se ve cómo: «Los<br />

jóvenes marcharon a la ciudad y solo los biellos, para no estorbarles,<br />

seguían viviendo entre los toscos muros encalados, cargados <strong>de</strong><br />

miseria y doméstica historia». Venían sus hijos y nietos para<br />

Navidad y, al no llegar, salió el agüelo con la mula y sacó el coche,<br />

que se había quedado en la cuneta. La mula lo sacó, pero te <strong>de</strong>ja<br />

pensando: «Dios mío, qué solos se quedan los pueblos».<br />

Como en el Quijote, en la obra <strong>de</strong> Pedro se ve al pueblo sufrir y<br />

soñar, pero siempre le asedian <strong>de</strong>sgracias y aventuras, pero ni la<br />

obra <strong>de</strong> Cervantes está basada en el humor negro ni la <strong>de</strong> Pedro,<br />

que lo que busca es el progreso y el amor <strong>de</strong> Huesca a san<br />

Lorenzo. Cervantes <strong>de</strong>scribe en el último capítulo <strong><strong>de</strong>l</strong> Quijote la<br />

belleza <strong>de</strong> una tierra como la que Pedro sueña para la suya y dice:<br />

«Las florecillas <strong>de</strong> los campos se <strong>de</strong>scollaban y erguían, y los líquidos<br />

cristales <strong>de</strong> los arroyuelos, murmurando por entre blandas y<br />

pardas guijas, iban a dar tributo a los ríos que los esperaban, la tierra<br />

alegre, el cielo claro, el aire limpio, la luz serena, cada uno por<br />

sí y todos juntos daban manifiestas señales que el día que al aurora<br />

venía pisando las faldas había <strong>de</strong> ser sereno y claro». Así, Pedro,<br />

ten en cuenta «que el día que al aurora viene pisando, ha <strong>de</strong> ser<br />

sereno y claro».<br />

Y tú mismo lo manifiestas en Mañana <strong>de</strong> San Lorenzo, cuando<br />

dices: «No te domeñes, Huesca, no te rindas. No renuncies nunca<br />

a ser ese bravo ver<strong>de</strong> en que hoy te agitas».<br />

Otoñear en Macondo<br />

Ayer estuve en Macondo, ese país don<strong>de</strong> las palabras no quieren<br />

<strong>de</strong>cir nada, don<strong>de</strong> los pájaros vuelan sin mover las alas y<br />

don<strong>de</strong> da igual que las cosas sean <strong>de</strong> un color u otro. A aquel<br />

Macondo raramente llegaban forasteros; a este Macondo al que me

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