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Retablo del Alto Aragón - Instituto de Estudios Altoaragoneses

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RETABLO DEL ALTO ARAGÓN<br />

90<br />

Con tales cuidados los pollos luego se hacían tomateros, y supongo<br />

que los llamaban tomateros porque habían llegado a un <strong>de</strong>sarrollo<br />

que les hacía aptos para ser condimentados con el rojo fruto<br />

proce<strong>de</strong>nte <strong><strong>de</strong>l</strong> huerto familiar.<br />

Constituía un acontecimiento en la casa, cuando a los pollos les<br />

salía cresta, como lo era cuando al niño le salían dientes. Y si la<br />

cresta era granada, en lugar <strong>de</strong> aserrada, lo iban a comunicar a las<br />

vecinas, como van a comunicarles que se han comprado unas cortinas<br />

nuevas o un tresillo.<br />

Aquellos pollos no consumían pienso compuesto, comían las<br />

semillas que quedaban en las granzas <strong><strong>de</strong>l</strong> trigo <strong>de</strong> la era, a don<strong>de</strong><br />

los trasladaban durante la trilla, a gozar <strong>de</strong> un verano natural, <strong>de</strong><br />

una comida natural y <strong>de</strong> un agua fresca que sacaban <strong><strong>de</strong>l</strong> pozo con<br />

sus pozales.<br />

En años <strong>de</strong> escasez, y cuando el novio <strong>de</strong> la hija tardaba mucho<br />

en llevársela al altar, mataban todos los pollos, luego las gallinas,<br />

<strong>de</strong>spués el gallo y si el futuro era tan reacio, tenían que matar hasta<br />

la clueca. Tal vez alguna futura suegra hubiese hecho bien en<br />

matar primero la clueca, a ver si el novio se ponía clueco y se casaba,<br />

sacando <strong>de</strong> casa el consiguiente gasto. Si esto ocurría o los<br />

pollos eran numerosos, había que guardar alguno para caponar,<br />

palabra más modosa que su sinónima castellana. ¡Oh, el capón,<br />

gran señor, digno <strong>de</strong> veneración!, como <strong>de</strong>cía Baltasar <strong><strong>de</strong>l</strong> Alcázar<br />

<strong>de</strong> la morcilla. Toda casa que se consi<strong>de</strong>rase, tenía que disponer <strong>de</strong><br />

capones para Navidad, unos para el propio consumo, palabra<br />

todavía no adulterada, y otros para regalar a los parientes <strong>de</strong> la<br />

capital y a los señores a los que se <strong>de</strong>bía, o <strong>de</strong> quienes se podía<br />

esperar algún favor.<br />

El caponar era todo un rito, y en todos los pueblos había una<br />

matrona que lo supiese celebrar. Era una especie <strong>de</strong> matriarcado,<br />

que se transmitía <strong>de</strong> madres a hijas. Había que concertar la fecha<br />

y la hora para <strong>de</strong>jar a los animales en ayunas con antelación, igual<br />

que se hace ahora cuando una persona va a sufrir una operación.<br />

Se acomodaba a la operadora lo mejor posible, se le ofrecían toda<br />

clase <strong>de</strong> facilida<strong>de</strong>s, se le preparaba agua apañada, e invariablemente<br />

se le <strong>de</strong>cía que no tuviese miedo a matar algún pollo, porque<br />

la olla estaba preparada al lado <strong><strong>de</strong>l</strong> fuego eterno <strong><strong>de</strong>l</strong> hogar. El marido<br />

y los tiones, ocultamente, estaban <strong>de</strong>seando que esto ocurriera,

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