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Retablo del Alto Aragón - Instituto de Estudios Altoaragoneses

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TEMAS VARIADOS<br />

en el grupo la nota <strong>de</strong> belleza, el toque <strong>de</strong> elegancia y la armonía<br />

que fusionando al hombre y al caballo los convirtió en centauro;<br />

¿cómo llamarte a ti, amazona en tu yegua, que formas un centauro<br />

completamente femenino?<br />

¡Cabalga, rubia amazona, sobre tu yegua Azabel, que fundidas<br />

en una sola figura, recorréis el Somontano buscando la ecología, la<br />

libertad y el placer!<br />

El reloj <strong>de</strong> pared<br />

La Fortuna me dio la oportunidad <strong>de</strong> escuchar a dos amantes,<br />

que, a pesar <strong>de</strong> amarse con sus tiernos corazones, daban a la razón<br />

la ocasión <strong>de</strong> crear opiniones y a sus lenguas la <strong>de</strong> expresar esas mismas<br />

opiniones, y yo estaba atento a su discusión sobre los relojes <strong>de</strong><br />

pared o <strong>de</strong> péndulo. Recordaban, sin duda, los viejos relojes que<br />

marcaban el tiempo en sus casas <strong>de</strong> los pueblos, don<strong>de</strong> nacieran el<br />

uno y el otro, y afirmaba uno <strong>de</strong> ellos que el armario o caja que protegía<br />

la maquinaría y el péndulo era más <strong><strong>de</strong>l</strong>icado que los que ahora<br />

se fabrican, y el otro exponía su opinión contraria, diciendo que<br />

aquellos relojes que traían <strong>de</strong> Olorón, tenían su nido más sólido que<br />

los que ahora les ofrecían en los gran<strong>de</strong>s almacenes.<br />

Yo, entre tanto, pensaba que ninguno <strong>de</strong> los dos relojes, es<br />

<strong>de</strong>cir, el antiguo <strong>de</strong> Olorón o el mo<strong>de</strong>rno que ahora nos ofrecen,<br />

tiene ma<strong>de</strong>ra más fuerte que el otro, pues ambas son proce<strong>de</strong>ntes<br />

<strong>de</strong> nogales, <strong>de</strong> robles o <strong>de</strong> sabinas, en tanto que otras ma<strong>de</strong>ras eran<br />

simplemente <strong>de</strong> chopo y cortadas por el carpintero <strong><strong>de</strong>l</strong> lugar.<br />

Pero, in<strong>de</strong>pendientemente <strong>de</strong> la calidad <strong>de</strong> las tablas, ahora su<br />

ensamblaje es más encajado, porque el ebanista que arma tales<br />

cajas dispone, indudablemente, <strong>de</strong> técnicas más mo<strong>de</strong>rnas, porque<br />

el relojero actual coloca sonerías que recuerdan la música <strong>de</strong> viejos<br />

carillones instalados en lo alto <strong>de</strong> edificios nobles que presi<strong>de</strong>n<br />

gran<strong>de</strong>s plazas, como la <strong>de</strong> San Marcos <strong>de</strong> Venecia. Las campanadas<br />

<strong>de</strong> nuestras viejas fustarazas son más sobrias y recuerdan en la<br />

paz <strong>de</strong> las casas campesinas el paso <strong>de</strong> las horas que, sin embargo,<br />

en la ciudad, cuando queremos recordarlas, ya han pasado. No<br />

digamos nada <strong>de</strong> los segundos, que ya no cuentan en la vida humana,<br />

en tanto que en la sala buena <strong><strong>de</strong>l</strong> casal <strong><strong>de</strong>l</strong> pueblo esos segundos<br />

cantan su monótono tic-tac como si ese casal tuviera corazón.<br />

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