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Retablo del Alto Aragón - Instituto de Estudios Altoaragoneses

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RETABLO DEL ALTO ARAGÓN<br />

60<br />

que no hay reloj sin relojero ni mundo sin Creador y yo amaba<br />

aquel mundo y trataba <strong>de</strong> relacionar el calendario con los días, las<br />

pesas con el peso <strong>de</strong> los años que hacían ir hacia atrás a los hombres<br />

y en cambio el peso <strong>de</strong> las pesas hacía caminar el reloj hacia<br />

a<strong><strong>de</strong>l</strong>ante. Se mezclaba en mi imaginación la rueda Catalina con la<br />

señora María y esta con la campana María, el peso <strong>de</strong> los años <strong>de</strong><br />

la abuela Juana con el peso <strong>de</strong> las pesas <strong><strong>de</strong>l</strong> reloj, el toque <strong>de</strong> las<br />

doce <strong><strong>de</strong>l</strong> mediodía con el rezo <strong><strong>de</strong>l</strong> avemaría, la mecánica <strong><strong>de</strong>l</strong> reloj<br />

con el relojero y el mecanismo <strong><strong>de</strong>l</strong> mundo con el Creador.<br />

Yo contaba estas cosas al maestro y él sonreía complacido y contribuía<br />

con sus palabras a hacerme ver el mundo por su lado amable<br />

y placentero.<br />

Molinos y molineros<br />

Alfonso Dau<strong>de</strong>t escribió Cartas <strong>de</strong> mi molino, yo las leí hace ya<br />

mucho tiempo y en mí solo <strong>de</strong>jaron una nostalgia que se acentúa<br />

en mi interior cuando visito algún viejo molino o cuando <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el<br />

mirador <strong>de</strong> mi casa veo el que mi abuelo construyó a orillas <strong><strong>de</strong>l</strong> río<br />

Guatizalema. En él aprendió el oficio <strong>de</strong> molinero Miguel Muro<br />

que se fue a otro molino a orillas <strong><strong>de</strong>l</strong> río por excelencia: el Flumen.<br />

Fue en otros tiempos llamado, molino <strong>de</strong> Casayús. Pasó a la familia<br />

Porta que, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> mo<strong>de</strong>rnizarlo, vio cómo ardía. No se amilanaron<br />

los Porta y lo volvieron a construir en Huesca y es que los<br />

molinos, tan dinámicos, <strong>de</strong>ben transmitir su dinamismo a los hombres;<br />

no paran nunca, ya sean movidos por el impulso <strong><strong>de</strong>l</strong> agua <strong>de</strong><br />

los ríos o por el <strong><strong>de</strong>l</strong> viento.<br />

Llegó a ser tan gran<strong>de</strong> la i<strong>de</strong>ntificación entre molino y molinero,<br />

que si aquel se paraba por cualquier azar, este se <strong>de</strong>spertaba.<br />

Algo extraño tienen los molinos que en el pueblo provocan<br />

coplas: «Qué polvo tiene el camino, qué polvo tiene el molino...».<br />

Y en el poeta hacen surgir la inspiración para escribir sus cartas<br />

líricas, en Don Quijote <strong>de</strong>spertaron gigantes <strong>de</strong> brazos giratorios y<br />

en don José Porta, ¿qué excitaron los molinos? Sencillamente un<br />

impulso «superabundante», continuado y espontáneo a trabajar y<br />

a crear trabajo, como hace él mismo.<br />

Algunos juzgarán esa espontaneidad y esa capacidad <strong>de</strong> trabajo<br />

como algo que ha <strong>de</strong> hacer fácil el camino hacia el triunfo. Como

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