Untitled - Fundación de Historia Natural Félix de Azara

Dos sitios del norte de Tierra del Fuego
“sondeados” con GPR: Río Chico 1 y la Arcillosa 2
Fernando C. Santiago*
Introducción
Hoy en día, el aumento del interés en preservar los sitios arqueológicos
requiere la implementación de metodologías geofísicas complementarias a las
arqueológicas tradicionales para caracterizar un sitio. De hecho, las investigaciones
arqueológicas necesitan de estudios multidisciplinarios para describir las
particularidades físicas enterradas próximas a la superficie. En este contexto, la
integración de nuevas técnicas geofísicas parece ser una de las herramientas
más convenientes. Estas técnicas no son invasivas y permiten obtener imágenes
de alta resolución de la subsuperficie.
El radar de penetración terrestre –ground penetrating radar, GPR– es una de las
tantas técnicas geofísicas –geoeléctrica, electromagnetismo, geomagnetismo–
que se aplica intensamente para apoyar la prospección arqueológica.
Esta metodología se ha usado tradicionalmente en sitios arqueológicos históricos,
particularmente en países del hemisferio norte (Conyers 2004; Domenico
et al. 2004; Persson y Olofsson 2004; Vadis et al. 2005). En la última década estas
exploraciones fueron de uso generalizado en Europa y en América del Norte. Se
han señalado como las principales ventajas de este método: 1) ser no destructivo,
permitiendo mantener la integridad de los sitios; 2) proporcionar una
alternativa al estudio espacialmente reducido del área excavada de un sitio
arqueológico, ya que se puede obtener una perspectiva más amplia de los paisajes
culturales, abarcando organización y estructura de los asentamientos; 3)
intervenir como instrumento para guiar excavaciones hacia rasgos de interés
arqueológico potencial, minimizando así el tiempo destinado a estos trabajos
mediante una previa planificación (Kvamme 2003).
En este sentido, las técnicas geofísicas son generalmente utilizadas para examinar
edificios históricos y estructuras arquitectónicas, así como las propiedades
de sus alrededores; de esta manera los arqueólogos pueden asegurar la
integridad de las estructuras y, cuando es necesario, dirigir las acciones sin
emplear métodos de excavación tradicionales. En Argentina las experiencias
con esta metodología son escasas y han estado dirigidas a sitios arqueológicos
históricos (Aguilera et al. 2006; Buscaglia 2001; Buscaglia et al. 2004).
* Becario CONICET. Laboratorio de Geología del Cuaternario, Centro Austral de Investigaciones Científicas.
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