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Vidas paralelas, “inocentes” y “mártires”… | Sabina Regueiro 513
des y silencios en torno a la narración de la violencia: una “ilegalidad
obliterada” (Portelli 1991) 9 .
En el caso de Graciela (funcionaria municipal), la participación de su hermana
en la lucha armada es connotada positivamente. Aparece como “muy
cumplidora”, con “un compromiso político sensacional”, “tan convencida”.
Aquí interviene otro elemento como lo es “asumir un compromiso hasta dar la
vida”. Es aquí donde radica el conflicto con su hermana, ya que continuar con la
política militarizada en ese contexto lo consideraba “suicida”, afirmando que la
“vida había que preservarla” para “construir para adelante”. Los militantes que
“se quedan atrás” –siendo por eso tildados de “cagones” e incluso de “traidores”–
plantean que la insurrección era una etapa que no había llegado pero no
hacen una condena ética contra el uso de la violencia.
El martirio: “Luchar hasta el final”
Desde la perspectiva de los narradores, las conducciones serán consideradas
traidoras y las víctimas mártires. Sus familiares desaparecidos. La idea de “martirio”
aparece en estas tramas pero raramente como categoría nativa: implica
morir, sacrificarse por un ideal, no como un individuo aislado sino como parte
de un colectivo: la Organización Política. Esa figura está íntimamente relacionada
a la violencia: el mártir puede practicarla o no pero siempre es víctima de
la misma.
“…decía (se refiere a su hermana desaparecida) que en la medida que pudiéramos
hacer tomar conciencia, de enseñarle a los más jóvenes, de lo que había sido Cristo y
su compromiso con su pueblo, capaz de morir por el otro y de dar por el otro y de
luchar por el otro, la sociedad sería mucho más justa, más solidaria” “teníamos que
imitar a Cristo, en ese morir por los demás” (Graciela)
El “compromiso” y la “convicción” implican una conciencia del riesgo de la
muerte –que no es lo mismo que la decisión de morir– y por lo tanto, pensando
en las relaciones entre prácticas asociadas a la clandestinidad y desaparición,
nuevamente la autorresponsabilidad. La “entrega total” implica la posibilidad
de decidir el momento de su muerte a partir de la ingestión de una pastilla de
cianuro para evitar la delación bajo tortura, objetivo de los enemigos políticos.
9. Portelli nos habla sobre la reticencia de algunas personas a “describir formas ilegales de lucha”. “Eso
no significa que no las recuerden claramente sino que ha habido un cambio en sus opiniones políticas,
sus circunstancias personales o en la línea de su partido. Por lo tanto, acciones consideradas legítimas e
incluso normales o necesarias en el pasado son vistas ahora como inaceptables y literalmente desechadas
de la tradición. En estos casos, la información más preciosa puede estar en lo que ocultan los informantes
y en el hecho de que lo oculten, antes que en lo que cuentan” (Portelli 1991:45). Es interesante la relación
entre lo “anormal”, “ilegítimo”, “ilegal” y el silencio. Pero, así como algunos ex militantes no condenan
la “lucha armada” a pesar del contexto, hay familiares que probablemente siempre lo hayan hecho.