Untitled - Fundación de Historia Natural Félix de Azara

490 Entre Pasados y Presentes II
cio. Es de destacar que abundan las alusiones en las fuentes escritas sobre la
explotación minera incaica, lo cual puede estar reflejando el profundo interés
europeo de continuar y acrecentar esta actividad. Sin duda hubo influencia
temprana de las percepciones de yanaconas –servidores directos del Inca o de
otras autoridades imperiales– del altiplano que conocían el territorio y que
guiaron la primera expedición ibérica a la zona, a cargo de Diego de Almagro.
Esto pudo incidir en la confianza española de encontrar una rica región productora
de metales preciosos y recursos humanos, bienes muy estimados anteriormente
por los incas y fuente potencial de riqueza para los españoles. Los
yacimientos que habrían sido explotados en tiempos incaicos y que son referidos
en las fuentes escritas son principalmente de metales preciosos, oro y plata,
en particular la zona de Famatina –provincia de La Rioja– y Capillitas e Incahuasi
–provincia de Catamarca–.
Por otro lado, es importante considerar la búsqueda por parte de los ibéricos
de legitimidad en la explotación de los metales preciosos en las diferentes regiones
del Tawantinsuyu. No debemos perder de vista que el oro y la plata eran
considerados por la política imperial como propiedad natural del Inca. Al respecto
Herrera declaró que Diego de Rojas en el Tucumán halló “una buena acogida,
como era natural, porque el español había heredado los derechos del Inca” (Cf.
Lafone‐Quevedo 1888:25, el subrayado me pertenece), lo que incluía derechos
sobre el oro y la plata. Pero más allá de esta cuestión, es importante no perder
de vista la recurrente mención y recaudación de información sobre la explotación
incaica en las crónicas españolas (Levillier 1920).
Paralelamente, se observa a partir del registro material que la actividad
minero‐metalúrgica alcanzó gran despliegue técnico y organizacional en todo el
territorio meridional del imperio inca, incluyendo el norte de Chile. Llamativamente,
mientras que la extracción del cobre fue una práctica de importancia
para el Estado inca, ya que la mayoría de su producción material era en bronce,
la alusión española a ésta y al estaño, es escasa. Este habría sido empleado en la
producción de artillería, instrumentos de medicina y campanas (Cobo 1964
[1653]), es decir, destinado a satisfacer necesidades dentro de la América hispana.
La documentación escrita disponible no hace referencia a la modalidad
de canalización de mano de obra local hacia las actividades minero‐metalúrgicas
ni a los cambios organizacionales resultado de esta explotación. En cambio,
hay cuantiosa información sobre la presencia de mitimaes –grupos enviados
junto con sus familias a otras regiones para cumplir tareas específicas– destinados
a actividades mineras, sin determinar la adscripción étnica de los mismos.
Parte de estos sesgos en la información pueden ser atribuidos a que habían
transcurrido al menos cuarenta años desde la caída de la elite cuzqueña, a la
ocupación ibérica en la región y a la lejanía con el área central del imperio.
Desde una perspectiva diacrónica, entonces, la explotación minera fue una
actividad que sufrió una profunda alteración en las sociedades andinas y cuya
disrupción impactó tanto en la esfera político‐religiosa como económicasocial.
Por un lado, la evidencia arqueológica sugiere que la región meridional
del valle de Yocavil fue uno de los ámbitos más importantes de producción