Untitled - Fundación de Historia Natural Félix de Azara

704 Entre Pasados y Presentes II
damental para la aplicación de políticas sanitarias –y también educativas– dirigidas
a pueblos indígenas. Durante la década de 1980 funda, junto con otros
investigadores del campo de la salud –tanto antropólogos como médicos, nutricionistas
y bioquímicos– el Instituto de Investigaciones en Antropología Médica
y Nutricional, cuyo órgano de difusión es la revista Kallawaya, publicada hasta
el día de hoy.
Algunas conclusiones
A partir de esta breve presentación es posible plantear el surgimiento de ciertas
especializaciones temáticas y la delimitación de trayectorias académicas e
intelectuales.
Como una aproximación a la construcción de una periodización, se identificaron
dos “momentos”, a la vez temporales y teórico‐conceptuales, en el análisis
de las décadas previas a la delimitación de la antropología médica como
campo específico de estudios, desde mediados de la década de 1930 hasta fines
de la década de 1960.
En los primeros años se aborda el estudio de determinadas prácticas y creencias
en su integración a formas culturales propias de pueblos considerados
“atrasados”, sin inscribirlas aún dentro del campo de estudios de la salud y la
enfermedad. Y, en caso de incluirlas en este campo, sus explicaciones siempre
están subsumidas a las que brinda la medicina científica. Se habla directamente
de “medicina supersticiosa” cuando se alude a prácticas que no se condicen con
las explicaciones de un modelo biomédico. Esto les da a dichas prácticas una
legitimidad “etnográfica”, en tanto se explican por la naturaleza “etnográfica”
del grupo, y de ese modo se las restringe al ámbito de lo meramente cultural.
A mediados de la década de 1950 se introduce la noción de “medicina folk”,
y algunas prácticas empiezan a inscribirse más claramente en el universo de “lo
médico”. A pesar de considerar a esta noción bastante limitada, y aún cuando
detrás de la misma no encontramos un cuestionamiento “intencional” a la biomedicina,
empiezan a estudiarse los sistemas médicos de determinados pueblos
como sistemas médicos con su propia legitimidad.
La noción de “medicina folk” está anclada en la idea de que los pueblos que
la practican constituyen grupos aislados, cuyos sistemas culturales cerrados se
explican en sí mismos. Los trabajos se centran en las denominaciones que estos
pueblos asignan a las patologías, en la clasificación de éstas según sus etiologías
y en la descripción de prácticas terapéuticas.
Durante todos estos años, la figura de Armando Vivante se recorta como la
de uno de los principales exponentes de este campo de estudios, al menos en lo
que respecta al número de trabajos elaborados. Mientras que en una primera
etapa aborda temáticas muy amplias y diversas, más adelante sus estudios
comienzan a enfocarse casi exclusivamente hacia las prácticas y creencias relacionadas
con “lo médico” desde una mirada folklórica en las décadas de 1950 y
1960. Hacia fines de la década del sesenta –y con la incorporación de Néstor