Untitled - Fundación de Historia Natural Félix de Azara

Soria 2. Avances en el estudio… | Alina Álvarez Larrain et al. 379
a forma de las bases y asas, tipo de pasta y acabado de superficie– entre las ollas
y pucos empleados para enterrar a los niños y los fragmentos cerámicos encontrados
en los pisos de ambos recintos, nos permite hipotetizar que, o bien transcurrió
poco tiempo entre la finalización del uso de los recintos, su
sedimentación y la realización de los entierros, o bien se trata de prácticas tecnológicas
de larga perduración; ambas posibilidades no se excluyen mutuamente.
Sobre la utilización de las estructuras domésticas como área formal de
entierro
Habiendo escrito las estructuras y evidencias que darían cuenta de actividades
productivas, de consumo –fogón, lascas de retoque de obsidana, pozo– y de
descarte –secundario o primario– en el sitio Soria 2, así como el uso del mismo
como área formal de entierro, ahora discutiremos algunas implicancias de la
redundancia y diversidad de actividades en un espacio estructurado.
Todavía no sabemos cuál es la distancia en el tiempo que separa estas diferentes
formas de uso, ni tampoco la relación histórica –filiación biológica, relación
cultural, etc.– entre los constructores originales de los recintos y aquéllos
que realizaron los entierros. Por tal motivo, nuestras interpretaciones se encuadran
dentro de estas limitaciones.
La reutilización de los recintos para fines funerarios es significativa en lo que
se refiere a la construcción del espacio por parte de las sociedades tempranas
(Cortés 2005; Raffino 1977). Esta elección pudo haber materializado el tejido de
una memoria grupal que afirmaba la relación histórica –real o imaginaria– entre
la comunidad, el paisaje y los constructores originales de los recintos. Esta construcción
podría entenderse en términos de territorialidad y de integración ideológica
del grupo a partir de la referencia a un pasado fundacional, condensado
en la figura de los antepasados (Hodder y Cessford 2004). La memoria social,
pudo haber regulado las prácticas de inhumación, dictando su repetición, continuidad,
ubicación. De la misma manera pudo haber regulado otras prácticas
cotidianas, como el descarte, la limpieza de los recintos y la práctica ritual vinculada
al uso de alucinógenos.
Además, los ritos funerarios constituyen una ocasión (sensu Giddens 1995)
estrictamente pautada que contribuye a la reproducción ideológica y a la estructuración
de las relaciones entre los sujetos. Esto por varias razones: (1) implica
una cosmovisión y símbolos compartidos por el grupo; (2) varios de estos símbolos
codifican las relaciones sociales que mantienen los participantes del ritual
entre sí; y (3) el rito es una institución, es decir una práctica recursiva que introduce
cierto grado de orden y de predictibilidad en la vida social.