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Intercambios formales e informales en un grupo de internados… | Juan A. Seda 709
los propios ámbitos donde desarrollaban su labor o bien muy cerca de allí, lo
cual implicó una separación respecto del pabellón donde vivían y en general
tenían sus grupos de pertenencia, pero también donde eran evaluados por sus
pares. De allí que las entrevistas realizadas fuera del pabellón tienden más a
revelar más datos sobre relaciones conflictivas con otros pacientes y con
empleados que las hechas en el mismo edificio. Obviamente los nombres de
pacientes aquí consignados no son los verdaderos.
Provisión regular de los bienes básicos
Los intercambios de bienes presuponen determinadas competencias por
parte de los individuos que participan en esas operaciones. Cuando se observa
tal conducta entre personas internadas con retraso mental vale la pena reflexionar
sobre el impacto de esa circulación de bienes en la organización social del
ámbito en que tienen lugar, ya que esas sencillas operaciones pueden decir
mucho de la institución y de las relaciones entre individuos y grupos.
La Colonia Montes de Oca se halla en un ámbito rural, muy cerca de la Ciudad
de Luján y a ochenta kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires. Es un organismo
descentralizado dependiente del Ministerio de Salud de la Nación, que
alberga a casi mil personas mayores de edad, distribuidas en nueve pabellones,
cinco de varones y cuatro de mujeres. La declaración judicial de insania es un
requisito para la admisión de pacientes y si bien la intención que manifiestan
las autoridades es promover un tratamiento que permita la reinserción social de
los pacientes, en la práctica, la mayoría de ellos, estarán allí de por vida. Las
vidas de los pacientes en la Colonia están programadas en cuanto a ordenamiento
de rutinas, de forma tal que las personas internadas conocen sus obligaciones
–por ejemplo: no pueden faltar de su pabellón al momento del almuerzo,
cena, para dormir o para la entrega de la medicación. Silvia Balzano (2004) ha
investigado, en la Colonia Montes de Oca, las relaciones de colaboración entre
mujeres internadas, afirmando que casi el 40% de la población del pabellón
estudiado estaba involucrada en relaciones de cuidados brindados entre las
propias pacientes. De allí se generan vínculos cuasi‐familiares entre cuidadoras
y cuidadas, que brindan asistencia básica a la persona objeto de ayuda pero
también provoca efectos favorables para quienes atienden a otras. Estos intercambios
a veces implican pagos. Pero el intercambio trasciende el plano material,
al generarse una especie de sociedad extendida en el tiempo con
prestaciones recíprocas. Este tipo de relaciones aún no han sido estudiadas en
pabellones de varones, donde en una primera aproximación puede afirmarse
que las colaboraciones recíprocas adquieren otras formas. Por ejemplo, es muy
difícil ver a un hombre ayudar a lavarse a otro o darle de comer en la boca, al
menos en el pabellón estudiado, que agrupa a relativamente pocas personas
con retardo profundo.
La Colonia provee a los pacientes de habitación, alimentación, vestimenta,
atención asistencial y tratamiento psiquiátrico. Pero la cobertura de las necesi‐