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Vidas paralelas, “inocentes” y “mártires”… | Sabina Regueiro 511
Suelen contarse anécdotas cotidianas, no vinculadas a la militancia, que
hablan del carácter no violento de los jóvenes, aunque no se niegue el carácter
político de la desaparición.
“A estos chicos les pasó lo que les pasó, no porque iban a poner una bomba, sino por
idealistas, por querer un país mejor” “no le gustaba la violencia, te cuento eso del
ratón (La joven no dejó que su madre matara un ratón en la cocina) para que veas,
hasta qué extremo llegaba, de que no le gustaba bajo ningún punto la violencia”
(Susana, ama de casa)
Las prácticas violentas son consideradas por la mayoría de los narradores
como “impensables”, siendo frecuente una actitud de incredulidad o al menos
de “desconocimiento” en la gran mayoría de los familiares.
“Hasta dónde estaban metido ellos, no sé…Él yo sé que sí (se refiere a la pareja de su
hermana), porque tenía amigos que eran tupamaros, ahora que se hayan metido en
algo, en algún atraco, una de esas cosas que se hacían antes, yo no, yo no creo” “De
matar ni, porque alguna vez me dijeron que sí, que habían encontrado armas. Yo
muchas veces fui, hasta los últimos tiempos y nunca vi nada” (Rafael)
Este conflicto suele expresarse frecuentemente a partir de la ambigüedad que
define estos motivos narrativos, dada cierta imprecisión de las categorías utilizadas
para hacer alusión a la violencia. Se tornan tramas confusas y, a veces,
contradictorias aún entre algunos de los narradores ex militantes.
“Nunca supe realmente. Después me enteré pasado el tiempo, cuando quise saber y
tampoco me interesó mucho, porque era la lucha de ellos. Realmente no conozco
toda la vida de militante de ellos. Sí de militante en cuanto militante de Unidad
Básica, que estuvimos juntos pero después, todo lo que sea la lucha armada, si ellos
estuvieron en la lucha armada, no lo supe antes y ahora, a veces comentamos algunas
cosas…” “yo no los vi armados. Porque yo sabía que para entrar en Montoneros
este, puede ser y después llegué, me enteré de cosas pero, yo en ese momento
realmente no quería enterarme de nada…” (Daniela, cuñada, trabajadora
social)
Sin embargo, existen algunas excepciones entre los familiares, quienes no
siempre niegan las prácticas asociadas a la violencia pero casi nunca acuerdan
con ellas. En el caso de algunos hermanos mayores militantes se marca la
comunión de “ideales” pero no de “metodología” (Daniela); es decir que hay
un desacuerdo con la militarización. Se retiraron “a tiempo”, afirman, aludiendo
a veces una mayor experiencia, describiendo a los militantes desaparecidos
como inmaduros en lo político, refiriéndose a las prácticas violentas.
David, padre, disiente con su hija puntualmente en el ejercicio de la violencia.
Él, como delegado “de base” “luchaba de otra manera”. Si bien dice que “no