Untitled - Fundación de Historia Natural Félix de Azara

Explotación minera en Yocavil… | Geraldine A. Gluzman 495
existentes en el cerro de Famatina. Muchos españoles habrán visto esta campaña
de conquista y colonización de la región como el medio de enriquecimiento
anhelado que prometía el descubrimiento del “Potosí tucumano” (Boixadós
1997). Unos pocos años atrás –1586– también Ramírez de Velasco soñó encontrar
la región de los Césares, sin fruto. Los fracasos de hallar metales preciosos
condujeron también a opiniones que relataban la pobreza de la zona, como
queda expresado en este caso: “(…) no hay oro ni plata, pero tiene opinión de
tierra buena, fértil para el ganado y trigo y maíz y mantenimiento” (Diego
Pacheco 1885 [1569]:139). La pobreza aludía, al fin y al cabo, a la falta de metal
precioso.
Los Autos de Bohorquez (1657‐1665)
Se trata del período comprendido entre la entrada de Pedro Bohorquez o el
falso inca hasta su apresamiento y las desnaturalizaciones de las poblaciones
residentes en los valles Calchaquíes.
Principal personaje de los acontecimientos a partir de 1657 tuvo la capacidad
de entender el estado de conflicto latente en la región y de difundir mensajes
contradictorios a los distintos actores clave de la gobernación. Pasándose por
Inca legitimado por las autoridades coloniales y usando un título real –teniente
de gobernador y capitán general–, prometió a las autoridades y mercaderes que
revelaría dónde estaban escondidos los tesoros y la ubicación de los yacimientos.
A los jesuitas les permitiría la conversión indígena y a los indígenas la posibilidad
de la libertad del yugo español.
Durante esta última rebelión calchaquí, la importancia de la riqueza metalífera
de los valles sumada a los objetos presentes en las antiguas sepulturas cobrarán
nuevo vigor. Significativamente, no hay prácticamente mención de éstas
tras la ejecución de las definitivas campañas de pacificación –1659 y 1665–,
inclusive cuando el gobernador Cabrera, recoge testimonios sobre el engaño
que sufrió el ex gobernador Alonso de Mercado y Villacorta.
Los españoles confiaban en que los indios entregasen sus riquezas ocultas de
modo tal que Bohorquez “ofrecía a S.M. hacerle dueño de las riquezas, tesoros,
y labores ricas que con prontitud le entregaban” (Torreblanca 1999 [1696]:26).
Frente a esto, “el Sr. Gobernador se impresionó de suerte con las promesa de
tesoros, y riquezas fantásticas que le hacían” (Torreblanca 1999 [1696]:28).
Una vez en el valle, Bohorquez no cumplió con lo estipulado. Organizó la
defensa del valle contra los ibéricos, estableció alianzas con grupos indígenas
externos al valle alcanzando contacto con los caciques de Potosí, y transgredió
las normativas religiosas y morales europeas.
En una carta de Pedro Bohorquez en búsqueda de lograr un acuerdo con el
gobernador Alonso de Mercado y Villacorta, escribe que
“Me enseñarán las minas todas que en sí encierra esta tierra y para principio me
han mostrado dos entierros de los capitanes del inca que verdaderamente prometen
tener alguna cosa de consideración por las muchas figuras de piedra y esta‐