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Untitled - Fundación de Historia Natural Félix de Azara

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536 Entre Pasados y Presentes II<br />

el caso particular <strong>de</strong> nuestro trabajo retomaremos aquellos planteos vinculados<br />

a las i<strong>de</strong>ntida<strong>de</strong>s nacionales.<br />

Partimos <strong>de</strong> la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que éstas se configuran al interior <strong>de</strong> los Estados<br />

mo<strong>de</strong>rnos, por lo cual el concepto <strong>de</strong> “i<strong>de</strong>ntidad nacional” supone al concepto<br />

<strong>de</strong> nación. De esta manera, seguir la línea <strong>de</strong> <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> los Estados nos permitirá<br />

a la vez encontrar a los diversos grupos e individuos que se unificaron en<br />

un marco superior que es el Estado (Schuster 1994).<br />

La “i<strong>de</strong>ntidad nacional” no surge <strong>de</strong> manera espontánea sino que se apren<strong>de</strong><br />

y adquiere. Como consecuencia <strong>de</strong> esto, necesita apoyo institucional. La “i<strong>de</strong>ntidad<br />

nacional” supone una i<strong>de</strong>ntificación <strong>de</strong> un grupo con un pasado colectivo<br />

y un territorio provocando asimismo una po<strong>de</strong>rosa emotividad que los une en<br />

una colectividad que sienten como única (Gutierrez 1998). Los Estados‐nación<br />

contemporáneos utilizan la i<strong>de</strong>ntidad como un elemento i<strong>de</strong>ológico que les da<br />

sustento y legitimidad, permitiendo su permanencia en el tiempo.<br />

La i<strong>de</strong>ntidad se plantearía como una ficción organizativa que se instrumenta<br />

fundamentalmente <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el Estado (Yanuzzi 1994) y mediante la cual se le da<br />

un sentido y coherencia a la realidad vigente. Enten<strong>de</strong>r la i<strong>de</strong>ntidad <strong>de</strong> esta<br />

manera subraya su carácter constructivista, producto <strong>de</strong> una negociación entre<br />

todas las partes, aunque estas partes no sean simétricas. Tenemos así un fenómeno<br />

que es esencialmente político en su <strong>de</strong>finición y que se caracteriza también<br />

por <strong>de</strong>sigualda<strong>de</strong>s sociales, pero que se articula movilizando sentimientos<br />

colectivos y vinculando i<strong>de</strong>ntida<strong>de</strong>s e i<strong>de</strong>ologías asociadas a memorias sociales<br />

(Oliven 1999).<br />

Las elaboraciones políticas <strong>de</strong> la “i<strong>de</strong>ntidad nacional” tienen la necesidad<br />

fundamental <strong>de</strong> generar la i<strong>de</strong>ntificación con un espacio geográfico <strong>de</strong>limitado<br />

<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l cual el Estado nacional se consolida y <strong>de</strong>sarrolla (Quijada 2000). El<br />

territorio histórico es central en la creación <strong>de</strong> una nación ya que se constituye<br />

en un espacio al cual apreciar y <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r, y no sólo es reconocido por sus integrantes<br />

sino también por aquellos que no pertenecen a dicho conjunto. Así, en<br />

torno a un espacio <strong>de</strong>limitado –el territorio– se establecen fuertes sentimientos<br />

<strong>de</strong> pertenencia (Smith 1998).<br />

Por otra parte, para que la “i<strong>de</strong>ntidad nacional” cobre legitimidad –como lo<br />

mencionamos previamente– es muy importante construir una historia común <strong>de</strong>l<br />

grupo. Es, justamente, en la transmisión <strong>de</strong> los relatos históricos <strong>de</strong> una nación<br />

don<strong>de</strong> se genera una apropiación <strong>de</strong> la historia dotándola <strong>de</strong> significados (Schuster<br />

1994), produciendo asimismo una “i<strong>de</strong>ntidad nacional” que no es ni verda<strong>de</strong>ra<br />

ni falsa. Lo que importa no es la veracidad <strong>de</strong> lo sucedido sino la legitimidad<br />

que cobra <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l grupo. Al referirnos a la “i<strong>de</strong>ntidad nacional”, pensamos en<br />

un “sutil entramado <strong>de</strong> representaciones y lealta<strong>de</strong>s compartidas que permitirían<br />

i<strong>de</strong>ntificar a un tipo <strong>de</strong> actor colectivo: la nación” (Buchruker 1994:311).<br />

Enten<strong>de</strong>mos a la i<strong>de</strong>ntidad como un producto i<strong>de</strong>ológico que retoma y resignifica<br />

elementos culturales compartidos por el conjunto. Las instituciones <strong>de</strong>l<br />

Estado, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su posición hegemónica, implementan una forma oficial <strong>de</strong> i<strong>de</strong>ntidad<br />

colectiva. Para esto retoman e interrelacionan distintos tipos <strong>de</strong> elementos<br />

provenientes <strong>de</strong> diversos grupos políticos, sociales y económicos que general‐

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