Untitled - Fundación de Historia Natural Félix de Azara

692 Entre Pasados y Presentes II
En este fragmento, el derecho de autodeterminación que expresa el consentimiento
informado se transcribe como “derecho a infectar”. Aquí el médico traduce
el valor moral de la libertad y la autonomía en los términos que rigen la
construcción biomédica de la paciente‐usuaria obstétrica: a saber, el cuidar y
proteger al embarazo, por sobre todas las cosas, incluida la voluntad o el deseo
de su “portadora”.
Simultáneamente el testimonio citado remite a la necesidad de que el médico
obstetra vele por la salud del niño, presentando así el requerimiento de tutela
médica ante la incapacidad, ignorancia o negligencia de la mujer‐madre. Este
punto refiere a la persistencia de un modelo histórico de concebir desde el
Estado la práctica obstétrica que se desarrolló en nuestro país a partir de los inicios
de la institucionalización de la atención biomédica del embarazo, el parto y
el puerperio y que sostiene, no sin contradicción, tanto el carácter “natural” de
la relación “indisoluble madre‐hijo” y del instinto maternal femenino, como la
necesidad de que las mujeres lo construyan, descubran o repongan siguiendo el
consejo y la guía del médico obstetra, poseedor del único saber legítimo en la
materia (Nari 2004).
Siguiendo esta línea podemos señalar que el consentimiento informado
requerido en el ofrecimiento del test de Elisa en la consulta de orientación no
sólo tensiona las rutinas y prácticas habituales de atención, sino que también
pone en cuestión el rol tutelar, que según el modelo tradicional y hegemónico,
debe desempeñar el médico obstetra sobre la salud del embarazo‐niño.
Consideraciones finales
Sin duda, la implementación del consentimiento informado como un proceso
donde la autorización formal es sólo una parte y donde se priorice el intercambio
entre el personal de salud del hospital y las mujeres que demandan atención,
es una instancia fértil para la prevención de la trasmisión del VIH/SIDA. A
pesar de que las políticas, leyes y recomendaciones reconozcan en sus textos la
trascendencia de estas instancias en la atención obstétrica, no podemos dejar de
señalar que este proceso no es sencillo. No es sencillo porque las políticas no se
gestionan desde el vacío, ni tienen un significado unívoco y evidente sino que
se inscriben en una racionalidad particular y se modelan dentro de un conjunto
de prácticas, procedimientos y valores previos que nos remiten a la estructura y
a las características globales del sistema de atención.
En este sentido, la perspectiva etnográfica ha sido una herramienta fundamental
para evitar un análisis de las políticas de salud en el marco de la atención
médica en términos de “correcta” o no, “completa” o “inacabada”. De este
modo, posibilita acercarnos a la comprensión de la lógica y el conjunto de prácticas,
significados y valores que caracterizan al sistema de atención en el cual se
inscriben los procedimientos para evitar la trasmisión vertical del VIH. La construcción
de relaciones a partir de la indagación de “lo etnográficamente visible”
(Farmer 2004) constituye, entonces, un recurso analítico de suma relevancia