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Untitled - Fundación de Historia Natural Félix de Azara

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584 Entre Pasados y Presentes II<br />

“Art. 7‐ Dispónese la adjudicación en propiedad a las comunida<strong>de</strong>s indígenas existentes<br />

en el país, <strong>de</strong>bidamente inscriptas, <strong>de</strong> tierras aptas y suficientes para la<br />

explotación agropecuaria, forestal, minera, industrial o artesanal, según<br />

las modalida<strong>de</strong>s propias <strong>de</strong> cada comunidad. Las tierras <strong>de</strong>berán estar<br />

situadas en el lugar don<strong>de</strong> habita la comunidad (…) (el subrayado me pertenece)<br />

Art. 10‐ Las tierras adjudicadas <strong>de</strong>berán <strong>de</strong>stinarse a la explotación agropecuaria,<br />

forestal, minera, industrial o artesanal en cualquiera <strong>de</strong> sus especialida<strong>de</strong>s<br />

(…)” (El subrayado me pertenece)<br />

Del mismo modo que Souza Lima (1998) lo señalara en Brasil, la <strong>de</strong>marcación<br />

<strong>de</strong> tierras indígenas engloba una serie <strong>de</strong> actos administrativos y jurídicos por<br />

los cuales se atribuye una territorialidad a un contingente indígena según criterios<br />

externos que incluyen criterios jurídicos –exigencia <strong>de</strong> pruebas visibles <strong>de</strong><br />

ocupación inmemorial– criterios <strong>de</strong>mográficos –relación hectárea/indio, entre<br />

población total y extensión geográfica– y criterios económicos –exigencia <strong>de</strong> un<br />

espacio <strong>de</strong> producción para la supervivencia, un hábitat–. En el caso huarpe, el<br />

indicador que más se discute en la Legislatura <strong>de</strong> Mendoza para problematizar<br />

la adjudicación <strong>de</strong>l área reclamada es el <strong>de</strong>mográfico: “¿por qué tanta tierra para<br />

tan poca gente”<br />

Por lo tanto, en virtud <strong>de</strong> un supuesto rigor, el esquema administrativo <strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>marcación territorial unifica en estos tres indicadores –sobredimensionando<br />

el criterio <strong>de</strong>mográfico– todo un conjunto <strong>de</strong> variables culturales consi<strong>de</strong>radas<br />

básicas y necesarias por el grupo étnico en la constitución <strong>de</strong> su territorio. Es<br />

<strong>de</strong>cir, nos referimos a la organización social y parental, la vida ceremonial y<br />

religiosa y su experiencia histórica particular, excluyendo los criterios <strong>de</strong> <strong>de</strong>limitación<br />

<strong>de</strong>finidos por los propios indígenas.<br />

Por otra parte, en la <strong>de</strong>finición jurídico‐administrativa <strong>de</strong> tierra indígena subyace<br />

una i<strong>de</strong>a naturalizadora y ahistórica <strong>de</strong>l territorio, en tanto manifiesta estar<br />

tratada a partir <strong>de</strong> la noción <strong>de</strong> hábitat. La <strong>de</strong>limitación <strong>de</strong> la extensión <strong>de</strong> tierra<br />

<strong>de</strong> posesión indígena, es percibida fundamentalmente <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la vinculación con<br />

el medio natural circundante y como garantía <strong>de</strong> la supervivencia, lo cual aparece<br />

como una forma <strong>de</strong> naturalización <strong>de</strong> la colectividad indígena y consecuentemente<br />

como una forma <strong>de</strong> <strong>de</strong>spolitización <strong>de</strong> su territorio. El espacio<br />

socio‐cultural <strong>de</strong> reproducción <strong>de</strong> la vida indígena es reducido al mero espacio<br />

<strong>de</strong> producción para la supervivencia económica.<br />

Teniendo en cuenta lo expuesto a lo largo <strong>de</strong> este trabajo, el territorio huarpe<br />

no pue<strong>de</strong> ser <strong>de</strong>finido como un mero hábitat sino como un espacio que,<br />

mediante la motorización <strong>de</strong> dispositivos simbólicos tales como los emblemas<br />

rituales y todo lo que tiene que ver con su etnosemiósfera, es con<strong>de</strong>nsadamente<br />

semiotizado y politizado.<br />

Como lo ha planteado Barabas et al. (2003), el reconocimiento y visibilización<br />

<strong>de</strong> estas marcas y emblemas i<strong>de</strong>ntitarios como objeto <strong>de</strong> reflexión antropológica<br />

aparece como un factible instrumento político para los indígenas, por cuanto

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