Untitled - Fundación de Historia Natural Félix de Azara

538 Entre Pasados y Presentes II
simbólicas de estas versiones de la identidad” (Prats 1997:31). Dichas representaciones
y el discurso que las acompañan han sido diseñados desde los sectores
hegemónicos con fines específicos. Esto no significa que las activaciones patrimoniales
no puedan ser propuestas desde diferentes sectores, pero necesitarán
siempre el soporte del poder para imponerse como referentes patrimoniales.
Entendemos al patrimonio como una construcción social; es decir, que éste
no existe en la naturaleza como algo dado sino que es un artificio creado en un
lugar y momento determinado con fines específicos y es históricamente cambiante.
Un factor central en la constitución del patrimonio es su capacidad para
representar simbólicamente una identidad. Así, el proceso consistiría en la legitimación
de unos referentes simbólicos a partir de unas fuentes de autoridad
(Prats 1997). Su eficacia simbólica radica en que “el símbolo tiene la capacidad
de transformar las concepciones y creencias en emociones, de encarnarse y de
condensarlas y hacerlas, por tanto, mucho mas intensas. Esa capacidad de condensación
y emotivación se ve reforzada cuando se da, además, una condensación
de los atributos que lo legitiman” (Prats 1997:29).
A raíz de esto sostenemos que el patrimonio nacional se constituye como una
selección de determinados bienes realizada con intereses políticos específicos
que moldean la historia del país, escogiendo determinados momentos que permiten
valorizar y legitimar el poder político vigente. Por otra parte, es entendido
como una construcción histórica, una concepción y una representación
“que se crea a través de una proceso en el que intervienen tanto los distintos
intereses de las clases sociales que integran la nación como las diferencias históricas
y políticas que oponen a las naciones” (Florescano 1993:10‐11).
Esto nos permite reconocer que el Estado produce el patrimonio nacional,
cristalizando el pasado y promoviendo elementos integradores y unificadores
de la nación. A través del mismo se expresa un modelo de “identidad nacional”,
una versión del pasado, del presente y del futuro. No obstante, el patrimonio
nacional se constituye también como un campo de lucha. En él “coexisten distintas
interpretaciones/formulaciones de una misma identidad, que usualmente
se articulan en relaciones de complementariedad u oposición, aunque también
puede suceder que se ignoren. Los patrimonios son representaciones simbólicas
de estas versiones de la identidad” (Rotman 2001:29).
El movimiento tradicionalista
El Movimiento Tradicionalista actual tiene su antecedente en el pensamiento
surgido y difundido en Europa hacia 1800: el Romanticismo 2 . En el caso de
2. Esta es una corriente que se originó en Alemania en el siglo XIX y luego se extendió por toda Europa
y Latinoamérica. Dicho movimiento –que abarcó la filosofía, la ciencia, las artes, etc.– surgió como reacción
al racionalismo de la ilustración, dándole preponderancia a los sentimientos del individuo. Centró
su mirada en la idealización del pasado y se caracterizó por rescatar el amor a la naturaleza, la poesía
popular del pasado, la afición por los romanceros, etc. Esta forma de pensar dio origen a los movimientos
nacionalistas del siglo XIX.