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Untitled - Fundación de Historia Natural Félix de Azara

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Revisando las prácticas mortuorias en el período tardío… | Marisa Kergaravat et al. 229<br />

sociales incorporando el uso <strong>de</strong> tipologías <strong>de</strong>rivadas <strong>de</strong> la etnografía (Service<br />

1962; Fried 1967), ubicando a las socieda<strong>de</strong>s arqueológicas en un continuo<br />

evolutivo. En este marco, los análisis <strong>de</strong> los contextos funerarios eran utilizados<br />

para asignar a cada sociedad a un estadio evolutivo en particular (Tainter<br />

1978).<br />

Sin dudas, el trabajo <strong>de</strong> Binford (1971) fue el que abrió el camino a las interpretaciones<br />

<strong>de</strong> los contextos mortuorios como reflejo directo <strong>de</strong> la organización<br />

socio‐política en arqueología. Para Binford (1971), dos aspectos <strong>de</strong>l fenómeno<br />

social son simbolizados en el ritual mortuorio, la persona social (que compren<strong>de</strong><br />

edad, género, posición social vertical y horizontal) y el tamaño y composición<br />

<strong>de</strong> la unidad que reconoce obligaciones hacia el difunto. La variabilidad<br />

en las prácticas <strong>de</strong>be ser entendida en relación al grado <strong>de</strong> paralelismo existente<br />

entre ambos aspectos –el fenómeno aislado y el sistema sociocultural mayor–<br />

(Binford 1971). La posición <strong>de</strong> prestigio lleva a aumentar la cantidad <strong>de</strong> vínculos<br />

con más personas, suponiendo diferencias en el ritual mortuorio al haber<br />

mayor inversión energética para los individuos con mayor jerarquía social (Binford<br />

1971; Tainter 1978).<br />

Los trabajos que toman el concepto <strong>de</strong> estatus como categoría <strong>de</strong> persona<br />

parten principalmente <strong>de</strong> Saxe (1970), estos postulan una relación directa entre<br />

el estatus social alcanzado en vida por la persona y su expresión material en el<br />

ritual mortuorio (Binford 1971; Tainter 1978).<br />

Las prácticas mortuorias como representación<br />

La arqueología, etnografía e historia han <strong>de</strong>mostrado que las prácticas mortuorias<br />

no son transculturales y transhistóricas (Hod<strong>de</strong>r 1984; Parker Pearson<br />

1984, 2002; McGuire 1988; Stoodley 2000). No necesariamente reflejan el estatus<br />

que el occiso tenía en vida. Las prácticas mortuorias pue<strong>de</strong>n estar representando<br />

diversos aspectos culturales. Por ejemplo, las estrategias –agencia– <strong>de</strong> los<br />

vivos quienes intencionalmente pue<strong>de</strong>n intentar negar o subvertir el or<strong>de</strong>n<br />

social, la experiencia cultural sobre la muerte y el cadáver, la percepción <strong>de</strong> la<br />

muerte, que incluso pue<strong>de</strong> variar <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la misma sociedad entre distintos<br />

grupos y las creencias religiosas (Hod<strong>de</strong>r 1984; Parker Pearson 1984, 2002;<br />

McGuire 1988; Stoodley 2000).<br />

Los trabajos que han cuestionado la existencia <strong>de</strong> una relación tan directa<br />

entre la cultura material y aspectos constitutivos <strong>de</strong> la organización social pue<strong>de</strong>n<br />

ser enmarcados <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> los enfoques postprocesuales <strong>de</strong> la teoría arqueológica<br />

(Hod<strong>de</strong>r 1984; Parker Pearson 1984, 2002; McGuire 1988; Stoodley 2000).<br />

Estos rechazan la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> “reflejo” por ser <strong>de</strong>terminista y sesgada, limitando las<br />

investigaciones sobre poblaciones <strong>de</strong> distintos contextos culturales e históricos.<br />

Las prácticas mortuorias <strong>de</strong> una sociedad no reflejan pasivamente la estructura<br />

<strong>de</strong> posiciones sociales, sino que en ciertos casos y dado el potencial <strong>de</strong>l ritual,<br />

pue<strong>de</strong>n ser activamente manipuladas para enmascarar, disimular o imitar conductas<br />

(Carr 1995). Introduciendo el concepto <strong>de</strong> “representación” po<strong>de</strong>mos

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