Untitled - Fundación de Historia Natural Félix de Azara

Intercambios formales e informales en un grupo de internados… | Juan A. Seda 711
tación comunitaria de los pacientes internados y como propuesta de desarrollo
que colabore a autoabastecer el establecimiento.
El paciente que cuente con dinero puede comprar cigarrillos, yerba o azúcar
dentro de la propia institución. Estos bienes se venden en la sede de un local de
uno de los sindicatos de trabajadores estatales. También hay una paciente que
los ofrece en un kiosco precario en su pabellón. Si bien la regla es que los
pacientes no salgan de los límites del predio, algunos de ellos van caminando
hacia la localidad vecina de Torres para hacer pequeñas compras o incluso para
ejercer algunos empleos informales, como cortar el césped. Otra forma de obtener
el dinero puede ser a través de pequeñas sumas que a veces les dan los
parientes que visitan a pacientes, aunque tal como se mencionó, son pocos los
que reciben visitas y las familias de las personas aquí internadas en general pertenecen
a sectores socioeconómicos de escasos recursos económicos.
La fuente de dinero de mayor magnitud casi siempre es la asignación de pensiones
por discapacidad que paga el gobierno a algunos de los pacientes. Dicha
pensión ronda alrededor de los trescientos pesos. Este beneficio provisional es
administrado por el representante legal de la persona incapaz, denominado por
la ley “curador”. El curador puede ser un familiar del paciente o una persona
designada por el juzgado que emitió la declaración de insania y tiene obligación
de visitar periódicamente a su representado –situación que tampoco se verifica
en todos los casos–. Por ejemplo, Alberto es un paciente diagnosticado con
retardo mental leve, de más de cuarenta años de edad y residente en esta institución
desde hace más de una década, luego de haber pasado por otras. Cobra
una pensión por discapacidad que administra su familia. Su hermana lo visita
regularmente y le trae bienes que él pide:
“(…) la pensión la cobra mi hermana pero no me da la plata…acá no podés tener
plata porque te roban…ella me compra las cosas y me trae. Yo le pido lo que quiero
que me compre”
Si bien los robos y hurtos son sucesos relativamente comunes, se trata de conductas
no toleradas y los propios pacientes castigan a quienes los cometen ya
sea a través de peleas, si es que se los descubre apenas cometido un hecho, o
bien a través de comentarios agraviantes para quien tiene fama de ladrón. Sin
embargo, es excepcional que los pacientes acudan a enfermeros o auxiliares
para acusar a otro paciente o para tratar de recuperar algo que les fuera sustraído.
Otro paciente entrevistado, de treinta y cinco años de edad, con retraso leve y
a quien denominaré aquí “Chango”, cobra pensión además de trabajar. No
necesitaría el dinero proveniente del peculio ya que la pensión le permite comprar
todos los meses algunos bienes que exhibe en cada visita. El día que me
comunicó que había obtenido el beneficio previsional de la pensión lo hizo de la
siguiente manera: