Untitled - Fundación de Historia Natural Félix de Azara

712 Entre Pasados y Presentes II
Chango‐Hooola, cómo te va…! Buenas tardes, ¿recién venís ¿Cómo andás
¿Vamos a charlar allá a la mesita…Adiviná qué… ¿qué pasó ¿Te acordás que
estaba esperando algo Me salió la pensión…!
E‐¡Felicitaciones!
Chango‐Yo sabía que lo tenía que dar. Ahora tengo la plata guardada, pero hay problema
con la plata, el director no la da. Tienen la plata de la pensión y el peculio, no
quieren dar. …Se corre la bolilla que…y eso es el director…hay bronca…Nosotros
no nos quejamos, en este caso tenemos que ver y esperamos que nos paguen la pensión,
los pacientes cobramos la pensión y el peculio aparte…Nadie sabe nada…
Para comprar objetos en la localidad de Torres o en la ciudad de Luján,
Chango necesita que una trabajadora social lo acompañe. Estos viajes se realizan
una vez por mes, luego de cobrar la pensión. Es una jornada recreativa: viajan
en ómnibus hasta la ciudad, allí caminan una o dos horas, compran las cosas
planeadas y luego van a comer algo. También Chango recibe regalos o permuta
bienes con otros pacientes. Por ejemplo, relata que un compañero suyo llamado
Jorge –43 años, retraso leve–, muchas veces le trae pequeños obsequios de uso
diario, básicamente yerba mate y azúcar. Es una manera de compartir, según la
disponibilidad de cada paciente, y no requiere que los pacientes sean “amigos”
entre sí, ya que estas dos personas tenían un trato cordial pero no compartían
otras actividades más que ese amable intercambio. Esos regalos no tienen necesariamente
correlato recíproco inmediato sino que constituye un gesto de camaradería.
Una de las tareas más lucrativas para los pacientes dentro de la Colonia es el
lavado de automóviles. Esta tarea no forma parte de una labor terapéutica sino
que es un servicio que requieren algunos empleados, profesionales o visitantes.
Es común que cualquier persona que llegue en automóvil sea abordada por uno
o dos pacientes y se le ofrezca el lavado. Muchos acceden y pagan al lavador
sumas que van desde cinco a diez pesos, que es mucho dinero para un paciente
pero, a su vez, relativamente barato si se contrata ese servicio afuera de la Colonia.
No obstante, no cualquier interno puede ofrecer libremente el lavado de
autos. Se trata de una tarea codiciada y quienes ocupan esos puestos protegen
esa exclusividad. Según relatan varios pacientes, podría llegarse a la violencia
física si otro paciente ofreciera a posibles clientes lavarles el automóvil, aunque
no pude constatar esta situación hipotética durante los meses que transcurrió el
trabajo de campo.
Jorge es otro paciente que desde hace varios meses vive en una casa –y no en
uno de los pabellones– con dos compañeros nada más. Es una medida de adaptación
tendiente a favorecer una vida más autónoma de algunos pacientes con
vistas a su próxima externación. Del relato de Jorge surge que para poder obtener
bienes o dinero utiliza dos vías: colaborar en tareas administrativas –mandados–
para el personal de la colonia y ayudar a lavar autos. Para esta última
labor debe contar con la autorización de otro paciente, que tiene el control de
esa actividad, a quien denominamos aquí “el Gato Viale”: