Untitled - Fundación de Historia Natural Félix de Azara

Propuesta didáctica… | Gabriela Lapalma et al. 635
tareas que se solicitan (Lapalma 2005) –por ejemplo, leer y discutir un artículo,
exponer argumentos a favor o en contra, escuchar un reportaje y escribir un
informe– por lo que es posible dar cuenta de cómo una persona se desempeña
en ellas. En los “Lineamientos de Evaluación de Conocimiento y Uso” (2001) se
establece que:
“El CELU acredita dos niveles de lengua: Intermedio y Avanzado. De
manera general se puede decir que el nivel intermedio equivale al de un usuario
que puede desenvolverse oralmente y por escrito con cierta fluidez y naturalidad
en situaciones familiares, sociales y de servicios. También puede iniciar
cursos de grado universitario. (...) El hablante con nivel Avanzado se desempeña
oralmente y por escrito de manera adecuada, cómoda y espontánea en una
amplia gama de situaciones familiares y sociales, tanto en el ámbito laboral
como en el académico”.
Los resultados de este examen –del que sólo se pudo tomar hasta la fecha la
parte escrita– sumados a los que arrojaron las autoevaluaciones confirmaron
que la mayor dificultad en el área de lengua española estaba en relación con
algunos géneros que deberían ser de circulación corriente en la escuela: carta de
lectores y contratapa de libro entre otros. Esto demuestra que, por lo menos,
parte del mayor problema radica en el desconocimiento de las reglas de construcción
y funcionamiento de ciertos tipos genéricos, en la jerarquización y
selección de contenidos, en el registro y en la consideración del destinatario,
entre otros aspectos relativos a la adecuación contextual y discursiva.
Otra conclusión que se desprendió de los CELU fue que en las producciones
escritas son evidentes las marcas de oralidad. Esto puso en evidencia –en congruencia
con lo anterior– cierta falta de manejo del código escrito. Por el contrario,
en morfología, sintaxis y léxico; es decir, en el aspecto más puramente
gramatical, el rendimiento fue muy superior al demostrado en otros puntos.
Por otro lado, también en esta instancia de diagnóstico se pudieron relevar
una serie de estrategias comunes que identificamos como “estrategias para la
evaluación” –en términos de Cohen (1998)– que suponemos han sido aprendidas
y utilizadas por estos jóvenes para sobrevivir a lo largo de todo el sistema
educativo.
a. Copia de palabras, frases, párrafos e incluso de grandes partes del texto de
base o de las consignas de otras actividades;
b. Respuesta selectiva de una parte de la consigna;
c. Abuso de frases hechas y fórmulas fijas;
d. Reformulación a partir de una pequeña parte de la información, generalmente,
la ofrecida en los primeros párrafos de los textos, lo que trae como
consecuencia respuestas que no se ajustan a lo solicitado en la consigna de
escritura;
e. Escritura breve;
f. Temas, géneros y tonos conocidos por los alumnos aunque no sean los pedidos.