Untitled - Fundación de Historia Natural Félix de Azara

Dos sitios del norte de Tierra del Fuego “sondeados” con GPR… | Fernando C. Santiago 173
son medidos en nanosegundos. A medida que las antenas son arrastradas sobre
la superficie del terreno, se van grabando reflexiones individuales cada 2 a 10
centímetros a lo largo de las transectas.
Figura 2: Mapa topgráfico del sitio LA2
Las flechas indican solo la dirección de las transectas de GPR, no así su cantidad.
Esta herramienta emite mediante un par de antenas muy próximas al suelo –
una emisora y otra receptora– unos pulsos electromagnéticos de corta duración a
una frecuencia determinada (100, 200, 400, 1500 Mhz de frecuencia central). Estas
ondas viajan y atraviesan el medio a caracterizar y, dependiendo de las características
geoeléctricas de dicho medio, las ondas se comportan de manera diferente,
algunas rebotando de nuevo a la superficie –reflejadas– y otras siendo absorbidas
por dicho medio –atenuadas–. Las ondas rebotadas o reflejadas permiten, después
de un adecuado procesamiento de la señal, generar un mapa de “ecos” del
medio a analizar, permitiendo obtener una imagen interpretable.
Mientras que los pulsos del radar se transmiten a través de los distintos
materiales, de diferentes propiedades electromagnéticas, su velocidad cambia
dependiendo de las características físicas y químicas del material a través del
cual viajan (Conyers y Goodman 1997). Cuanto mayor es el contraste entre dos
materiales, en un interfaz en la subsuperficie, tanto mayor es la señal reflejada,
dando por resultado una onda reflejada con una amplitud más alta. Donde ocurren
tales contrastes se generan reflexiones de las ondas de radar; por los cambios
en las características eléctricas del sedimento o del suelo, o por las
variaciones en el contenido en agua, o cambios litológicos, o de cambios en densidad
en las interfaces estratigráficas. Todas estas reflexiones diferentes son captadas
por la antena receptora y dibujadas en la pantalla de la unidad de
adquisición (Conyers 2004).