Untitled - Fundación de Historia Natural Félix de Azara

564 Entre Pasados y Presentes II
grupos culturales se involucran y relacionan con los elementos de los entornos
físico‐sociales en donde desarrollan sus vidas. Aquello que suele llamarse
“etnoterritorios”: espacios afectados por una apropiación histórica‐territorial
por parte de un grupo cultural en donde interviene una valorización simbólica‐material,
espiritual y trascendental del espacio y los elementos geográficos
susceptibles de señalarse, memorizarse y nombrarse. Sin embargo, en este
campo de discusión, una pregunta sugerente es si se puede reducir el involucramiento
con un espacio o con un territorio o con ciertos lugares de ese territorio a
las representaciones que de él se hacen los sujetos que se involucran concretamente.
Ciertamente, las representaciones, las concepciones, los principios de
clasificación deben ser una parte del análisis, pero allí no puede estancarse,
puesto que una praxis en un entorno 11 es mucho más que aquello que los informantes
dicen que hacen o cuentan que “antes se hacía”. Menos aún, no podemos
aislar del análisis el escaso margen de posibilidades reales que los indígenas
actualmente poseen para ejercer un uso concreto de sus territorios tradicionales
y sus recursos. Sencillamente, el involucramiento de un grupo –antiguamente
cazador‐recolector‐pescador– con lo que históricamente fue su territorio –o los
límites dentro de los cuales se desplazaban– no es el mismo que antes. ¿Cuanto
pervive de aquellas racionalidades territoriales –relacionales– de los grupos
indígenas ¿Qué continuidades tienen en los contextos territoriales actuales
La insatisfacción que nos producían las premisas halladas en algunos trabajos
de Descola (2001), Hviding (2001) y Rival (2001), estaba relacionada con el
hecho de que si bien realizan una excelente de‐construcción de los significados
y usos de las categorías occidentales de naturaleza‐cultura, se caracterizan por
cierto tratamiento a‐histórico y “exotizante” sobre las relaciones que los grupos
indígenas de diferentes partes del mundo mantienen con sus entornos. Las referencias
que toman para construir sus “diagramas” o su “modelos estructurales”
en algunos trabajos parecen ser las “representaciones nativas” sobre las relaciones
humanos‐no‐humanos, codificadas a un modelo –el del antropólogo– que
deja de lado las prácticas actuales de interacción con sus entornos –o con lo que
quedan de ellos– 12 .
En algunos trabajos (Howell 200; Rival 2001) también se observa que la
reconstrucción de las prácticas –de caza por ejemplo– o bien queda eclipsada
por las conceptualizaciones nativas –siempre consideradas desde la base de
ontologías y epistemologías relacionales acerca de un nosotros/ellos–, o bien,
11. Praxis en el entorno en el sentido de Ingold (1993), pero sobre todo en el sentido de “habitus” de Bourdieu.
El concepto de “habitus” remite a una “(…) disposición reglada para engendrar conductas regladas
y regulares fuera de toda referencia a las reglas: y, en las sociedades donde el trabajo de codificación no
está muy avanzado, el habitus es el principio de la mayor parte de las prácticas. Por ejemplo, las prácticas
rituales (…) son el producto de la puesta en obra de taxonomías prácticas, o mejor, esquemas clasificatorios
manejados en estado práctico; pre‐reflexivo con todos los efectos que se sabe: los ritos y los mitos son
lógicos, pero solamente hasta cierto punto” (Bourdieu 1993:72).
12. Entornos que, como bien se han encargado de denunciar los movimientos indígenas, se han reconfigurado
como resultado del avance del capitalismo en los sistemas locales, produciendo cambios en los
sistemas nativos de producción y en las estrategias de reproducción social de los grupos. Desde aquí, no
es difícil comprender que los actuales modelos nativos de relacionamiento con sus entornos –y sus elementos–
no pueden ser asimilables a lo que fueron siglos atrás.