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Descargar libro Manantiales de Andalucía - Conoce tus Fuentes

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el río su ámbito <strong>de</strong> actuación. El muhtasib oalmotacén se erigía en juez y encargado <strong>de</strong>vigilar la actividad <strong>de</strong> los aguadores, velandopara que tomaran las aguas <strong>de</strong> aquella parte<strong>de</strong>l río en que no se hallasen turbias o sucias.En esta ciudad, como en otras muchas, elpunto <strong>de</strong> abasto podía ser río, pozo o manantial,y el precio solía aumentar en esesentido, en relación con la creciente calidady pureza <strong>de</strong> las aguas, <strong>de</strong> forma que las aguas<strong>de</strong> río eran las consumidas por el pueblollano. En Sevilla eran muy apreciadas lasque procedían <strong>de</strong> la fuente <strong>de</strong> Tomares.Es difícil encontrar un pueblo o ciuda<strong>de</strong>n Andalucía que no contara con manantialesy fuentes, y con su correspondiente legión<strong>de</strong> aguadores que sometían el líquido elementoa las leyes <strong>de</strong>l comercio, oficio que seha dilatado hasta bien entrado el siglo XX.Privilegiado testigo <strong>de</strong> las andanzas <strong>de</strong>cimonónicas<strong>de</strong> estos ambulantes fue el viajero yescritor romántico Richard Ford, quien escribía:«En todos los prados y alamedas seoyen las chillonas voces <strong>de</strong> los ven<strong>de</strong>dores <strong>de</strong>combustibles <strong>de</strong> boca, que gritan: ¡Can<strong>de</strong>la,can<strong>de</strong>la, agua!, ¿quién quiere agua?; y comoa estos orientales les gusta exagerar, aña<strong>de</strong>nque es más fresca que la nieve, y se ven a muchosrapazuelos, que parecen niños <strong>de</strong> Murillo,que corren <strong>de</strong> un lado para otro conunas mechas encendidas, como si fueran artilleros,para comodidad <strong>de</strong> los fumadores,esto es, para el 99% <strong>de</strong> los hombres, mientrasque los aguadores, o más bien pe<strong>de</strong>stresacueductos, persiguen la sed como si fuerana apagar un fuego».Algunas centurias antes, hacia 1620,nuestro genial Velázquez inmortalizó estafigura en El aguador <strong>de</strong> Sevilla, espléndidolienzo en el que un viejo <strong>de</strong> este oficioofrece una copa <strong>de</strong> agua a un jovenzuelo,en cuyo fondo se distingue la silueta <strong>de</strong> unhigo, lo que nos informa, al margen <strong>de</strong>otras interpretaciones, <strong>de</strong> esa costumbre<strong>de</strong> modificar el sabor y el aroma <strong>de</strong>l aguamediante su mezcla con frutos o flores.Agua <strong>de</strong> azahar, <strong>de</strong> anís, <strong>de</strong> limón, <strong>de</strong> granada,<strong>de</strong> pasas, se vendía durante el estío,en las ferias locales <strong>de</strong> nuestras ciuda<strong>de</strong>s ypueblos andaluces, como una <strong>de</strong>licia propia<strong>de</strong> esos días festivos. De esta inclinacióna alterar las cualida<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l agua para hacerlamás agradable al paladar, se hace eco,<strong>de</strong> nuevo, el británico Ford cuando nos relataque «estos aguadores suelen llevar,como sus colegas <strong>de</strong> Oriente, un cántaroporoso a la espalda con un grifo para sacarel agua y una especie <strong>de</strong> caja <strong>de</strong> lata sujetaa la cintura con una correa, don<strong>de</strong> colocanlos vasos y los azucarillos o panales, unamezcla <strong>de</strong> azúcar y clara <strong>de</strong> huevo que losespañoles echan y disuelven en el agua».Aparte <strong>de</strong> esta visión romántica, ligadaa los momentos <strong>de</strong> diversión <strong>de</strong> los andaluces,la función primordial <strong>de</strong> los aguadoresera la dotación a domicilio; por ello, sutrasiego entre los puntos <strong>de</strong> aprovisionamientoy los <strong>de</strong>stinos <strong>de</strong> abasto resultaba incesante.Si pudiésemos retrotraernos aaquellos años <strong>de</strong>l XIX, o aún antes, nos sorpren<strong>de</strong>ríaese constante flujo <strong>de</strong> hombres ybestias que se entregaban a esta actividadcotidiana, puesto que en esos <strong>de</strong>splazamientos,que se reiteraban <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el albahasta el ocaso, las acémilas que, a veces llegabana conformar pequeñas recuas, eran elúnico e imprescindible motor <strong>de</strong> sangre. Apesar <strong>de</strong> la prepon<strong>de</strong>rancia <strong>de</strong>l varón, hubocasos, como el <strong>de</strong> las aguadoras <strong>de</strong> Mojácar(Almería), en que las mujeres controlaronel negocio <strong>de</strong>l agua, <strong>de</strong>splazando su mercancía<strong>de</strong>s<strong>de</strong> la fuente <strong>de</strong> esta localidadhasta la vecina y costera Garrucha, don<strong>de</strong> ladistribuían entre una burguesía <strong>de</strong> paladara<strong>de</strong>pto al cristalino líquido mojaquero.Tanto unos como otras hacían <strong>de</strong>scansarsobre las monturas las agua<strong>de</strong>ras <strong>de</strong> esparto,con capacidad para uno o dos cántarosa ambos costados <strong>de</strong> la bestia. Cada uno<strong>de</strong> estos animales era capaz <strong>de</strong> transportarunas cuatro cargas (cada carga, en la provincia<strong>de</strong> Almería, contenía unos 40 litros).Había veces en que la mula o el borrico tiraba<strong>de</strong> un pequeño carro preparado paratrasladar <strong>de</strong> seis a ocho cántaros; y, en ocasiones,era el mismo aguador el que empujabauna carretilla <strong>de</strong> mano capaz <strong>de</strong> transportarentre dos y cuatro cántaros. Otrasmuchas veces era la chiquillería la encargada<strong>de</strong> ir a la fuente a por agua para la casa,transportando como podían –a mano, a laca<strong>de</strong>ra o sobre la cabeza– tan pesadas cargas<strong>de</strong> agua. Habría que aclarar que estos recipientes,fabricados mayoritariamente en barroporoso, contribuían a la conservación <strong>de</strong>la líquida mercancía y a mantenerla fresca.En épocas <strong>de</strong> sequía, tan pródigas enAndalucía, o durante nuestro caluroso períodoestival en que las fuentes menguabansus caudales hasta insignificantes hilillos, lallegada <strong>de</strong> los aguadores a los núcleos urbanosera precedida <strong>de</strong> una larga y tortuosa esperaque generaba, en los precisados habitantes,tensiones y enfrentamientos. Hubocasos, como los documentados en la década<strong>de</strong> 1870 en Cuevas <strong>de</strong>l Almanzora (Almería),en que la <strong>de</strong>sesperación <strong>de</strong>l vecindario290 MANANTIALES, AGUAS MINERO-MEDICINALES Y TERMALES

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