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Descargar libro Manantiales de Andalucía - Conoce tus Fuentes

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Recuerdos <strong>de</strong> la tarea <strong>de</strong> ir a la fuentey al lava<strong>de</strong>roJosefa Moya MartínezAULA DE MAYORES DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA, BAZAEL APROVISIONAMIENTO DE AGUAA mediados <strong>de</strong>l siglo pasado, en mi casa,como en tantas otras <strong>de</strong>l medio rural andaluz,no había agua corriente. Recuerdo concariño y nostalgia que, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la escuela,cogía mi cántaro, junto con mis hermanas yotros niños <strong>de</strong>l barrio, y nos íbamos a lafuente a por agua; los más pequeños conbotijos, los gran<strong>de</strong>s con cántaros; hablando,riendo y cantando trasponíamos en busca<strong>de</strong> la fuente. Como vivíamos en un cerro, labajada era rápida hasta los Caños <strong>de</strong> laMancoba, que venían directamente <strong>de</strong>l nacimiento<strong>de</strong> las Siete <strong>Fuentes</strong>, que daban unagua pura y fresca <strong>de</strong> la sierra <strong>de</strong> Baza.Muchas veces me entretenía midiendola distancia: 1.700 pasos para la bajada y1.840 para la subida, cosa <strong>de</strong> niños. Ya en elagua, había que guardar turno <strong>de</strong>bido algentío que se arremolinaba al caer la tar<strong>de</strong>;si alguien intentaba colarse, pronto se armabala gresca y en la discusión, más <strong>de</strong>una vez, hubo rotura <strong>de</strong> vasijas.Algunos hombres que vivían más retiradosiban con bestias con sus cuatro o seisagua<strong>de</strong>ras <strong>de</strong> esparto; también solía venirun ven<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> agua <strong>de</strong> Benamaurel, unpueblo cercano, con un carro tirado pormulas y una cisterna; esos días se nosechaba la noche esperando turno.Al fin, cuando el agua estaba en las vasijas,nos poníamos el cántaro en la ca<strong>de</strong>ra; conla mano <strong>de</strong>recha se abrazaba y con la otra sesostenía <strong>de</strong>l asa para que no se escurriera; yahora tocaba subir al cerro, don<strong>de</strong> nos esperabasiempre vigilante mi madre. Como hedicho, 1.840 pasos, todos cuesta arriba, con15 kg <strong>de</strong> peso, 11 correspondientes al agua y4 kg al cántaro. Cada hermano tenía la obligación<strong>de</strong> aportar dos cántaros diarios; encasa éramos siete. Era una tarea dura, por loque mirábamos por no <strong>de</strong>sperdiciar el agua,especialmente en el aseo.La higiene se hacía <strong>de</strong> la siguiente manera:se echaban unos dos litros <strong>de</strong> agua en un lebrillo;se empezaba por la cabeza y se terminabapor los pies; en otro recipiente se poníala misma cantidad para irse enjuagando. Alfinal, el agua <strong>de</strong> <strong>de</strong>shecho se utilizaba pararegar las macetas y las parras; y había que verlos geranios y los alhelíes tan lozanos quetenía mi madre sin abono químico.EL LAVADEROUno <strong>de</strong> los trabajos que más me llamabanla atención <strong>de</strong> niña era ir al lava<strong>de</strong>ro; eratodo un acontecimiento. Aparte <strong>de</strong> los lavadossemanales, para mí tenía especial significaciónla limpieza general <strong>de</strong>l año que sehacía por el mes <strong>de</strong> mayo. Por esos días, tambiénsolía pasar el trapero con su borriquillallena <strong>de</strong> cachivaches; aún recuerdo su pregón,que <strong>de</strong>cía así: «¡venga mujeres, sacad los rincones,que crían pulgas, piojos, chinches y ratones…!»,y seguía: «¡compro los pellejos <strong>de</strong>conejo, las colchonetas y plateros viejos…370 MANANTIALES Y ABASTECIMIENTO: LAS FUENTES

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