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Descargar libro Manantiales de Andalucía - Conoce tus Fuentes

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etc. También llevábamos almohadillas rellenas<strong>de</strong> esparto machacado para proteger lasrodillas. El interés <strong>de</strong> madrugar y bregarpronto no era otro que ponerse en el mejorsitio, en la cabecera <strong>de</strong> la corriente, para queno te enturbiaran el agua con las mugres <strong>de</strong>las ropas <strong>de</strong> otras lavan<strong>de</strong>ras.El lava<strong>de</strong>ro, sin cubrir, estaba improvisadoen un caz que venía directamente <strong>de</strong> lafuente <strong>de</strong> San Juan (hoy seca); en el bor<strong>de</strong>había ocho rampillas <strong>de</strong> cemento con ranuras,que hacían la función <strong>de</strong> tablas <strong>de</strong> lavar.Conforme iban llegando las madres con sutropa <strong>de</strong> zagales, se iban acomodando; lasque llegaban <strong>de</strong>spués pedían turno. Algunasveces había lavan<strong>de</strong>ras profesionales,que se llevaban la merienda al tajo, porquesu labor duraba toda la jornada.Se lavaba <strong>de</strong> la siguiente manera: una vez<strong>de</strong> rodillas, lo primero que se hacía era cogerlos trapos más sucios para <strong>de</strong>smugrarlos yenjabonarlos, <strong>de</strong>spués se enrollaban y poníanen un lebrillo para que se ablandaran ylavarlos al final. A continuación se cogían las<strong>de</strong>más prendas, y había que ver con qué artese lanzaba la ropa al agua y se zapateaba contrala «tabla». A continuación, se enjabonababien y se restregaba a «purpejo», o sea, conlos puños; se insistía en cuellos, puños, manchas…La ropa quedaba más limpia que lascartas; más trabajo hacían las manos que elmejor <strong>de</strong>tergente. Una vez bien aclarada, se<strong>de</strong>positaba en los recipientes; la blanca separada<strong>de</strong> la <strong>de</strong> color. Después había que ten<strong>de</strong>rlaal sol, para lo que se aprovechabantodas las matas que crecían alre<strong>de</strong>dor.El jabón sobrante se guardaba como oroen paño; estaba escaso y aunque era <strong>de</strong> fabricacióncasera, a base <strong>de</strong> aceite <strong>de</strong> <strong>de</strong>se cho opringue, carecíamos <strong>de</strong> la suficiente materiaprima. Mi madre nos contaba que sólo unosaños antes no existía el jabón y se apañabancon una planta que se llamaba barrilla, quecocían en un cal<strong>de</strong>ro <strong>de</strong> cinc con cenizas.También se usaba el jaboncillo, cuyo frutocarnoso se trituraba y se mezclaba con agua,al que se le añadía la pez, sustancia sólida ypardusca, sacada <strong>de</strong>l <strong>de</strong>se cho <strong>de</strong> la trebentina.La greda (un tipo <strong>de</strong> arcilla) también se empleabapara <strong>de</strong>sengrasar y quitar manchas.La briega con la vida y con el aguamantenía a las mujeres lozanas y <strong>de</strong> buenver; las carnes apretadas, una <strong>de</strong>lanteraprominente, ca<strong>de</strong>ras anchas, fornidos brazos,piernas musculadas y esbeltas, el pelolargo y la piel rosada…El lava<strong>de</strong>ro era un lugar siempre muyanimado; había un ir y venir continuo <strong>de</strong>gentes, que acudían también para otrosmenesteres. Muchos hombres <strong>de</strong> campoacudían con sus burras, pollinos, mulas ymuletos a abrevar. También iban hombrescon sus burros aparejados <strong>de</strong> agua<strong>de</strong>ras ycántaros, que estaban todo el día haciendoportes para llevar el agua adon<strong>de</strong> se construíauna casa para hacer los adobes <strong>de</strong> arcillay paja. A media tar<strong>de</strong>, algunas vecesaparecía el «tío pellejero» y para los niños ladiversión estaba asegurada. El hombre secolocaba <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> la última lavan<strong>de</strong>ra paraaprovechar el agua jabonosa <strong>de</strong> los lavados;sacaba unos diez pellejos <strong>de</strong> oveja y cabra,los ataba en ristra y los sumergía en el agua,don<strong>de</strong> los <strong>de</strong>jaba horas y horas; las pieleslas vendía para alfombras <strong>de</strong> las camas.Las mujeres tenían la picardía <strong>de</strong> guardarlas mejores prendas para cuando habíamás gentío; al lavarlas las enseñoreaban:enaguas con encajes hechos a mano, sábanasbordadas con calados magníficos, colchas<strong>de</strong> lienzo sin curar, con bordadosmatizados <strong>de</strong> todos los colores. Unas mirabancon disimulo, otras con admiracióny la mayoría con envidia.Había que estar ojo avizor, porque laropa se podía «per<strong>de</strong>r»; por esa razón, lasmadres acudían al lava<strong>de</strong>ro con buenaparte <strong>de</strong> su prole para la vigía, sobre todocuando se tendía en matas y palos. Erantiempos <strong>de</strong> necesidad y se miraba muchopor la ropa; los más aventajados tenían dosmudas y alguna camisa o prenda <strong>de</strong> repuestopara las ocasiones. También habíaque estar atentos con el agua, que tenía suficientefuerza para arrebatar algunaprenda y llevársela corriente abajo. Paraeso estábamos allí los niños, para corrertras ella y armados con un palo pescarla.Pero lo más sustancioso <strong>de</strong>l lava<strong>de</strong>ro eransin duda las conversaciones, que eran <strong>de</strong> lomás variopinto. Allí se sacaba a relucir <strong>de</strong>s<strong>de</strong>una noche <strong>de</strong> novios <strong>de</strong> un vecino, hasta si sehabía llorado lo suficiente en un velatorio;se daba un repaso a todo el barrio…Al caer la tar<strong>de</strong>, con las talegas llenas <strong>de</strong>ropa limpia y seca, nos encaminábamos másfelices que unas pascuas para nuestra casa enlo alto <strong>de</strong>l cerro. La ropa olía a limpio, unaropa lavada con mimo, soleada, aireada,nada que ver con los suavizantes <strong>de</strong> ahora,que huelen a química y camuflan el olor aropa bien lavada. Antes <strong>de</strong> guardarla se repasabapara puntearla: botones, cremalleras,falsos…, todo se controlaba. Se le tomabacariño a las ropas; las habíamos confeccionadonosotros mismos, bordado, lavado, repasado,y todo con esfuerzo y mimo.372 MANANTIALES Y ABASTECIMIENTO: LAS FUENTES

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