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NARRATIVAS MARGINALES Y GUERRA SUCIA EN MÉXICO (1968 ...

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econversión del cuerpo de violencia; es decir de la objetivación de la violencia fuera<br />

del cuerpo.<br />

Este proceso se lleva a cabo precisamente a partir de la recuperación del<br />

cuerpo por medio de la violencia, la sexualidad y lo escatológico.<br />

Un ejemplo concreto de este proceso me parece que es el juego de apuestas<br />

que tienen los prisioneros durante su estancia en la tercera y última cárcel o lo que<br />

sería el “último dique”, como lo llama Castañeda. Tras casi siete años de encierro,<br />

los personajes guerrilleros recorrieron las cárceles clandestinas, Lecumberri, el<br />

reclusorio Norte y, por último, el Reclusorio Oriente en Santa Martha Acatitla, justo<br />

en donde empieza la narración de la novela.<br />

Uno de los entretenimientos de los reos era asistir a las carreras de ratas o el<br />

ratódromo, en donde uno de los prisioneros —El Gato— atrapaba y entrenaba a las<br />

ratas por varias semanas. Después de capturarlas, las dejaba sin alimento por<br />

varios días y las sometía posteriormente al canibalismo; una vez entrenadas las<br />

ratas eran lanzadas a la carrera en el ratódromo.<br />

Las ratas eran colocadas en carriles separados y cubiertos para que no se<br />

vieran entre sí, y sólo se les dejaba la salida al final. En la meta colocaba,<br />

subrepticiamente, bajo las tablas del canal, un trozo de carne. Al ponerlas en el<br />

partidero, con una sorprendente habilidad en las manos —que le envidiaría el<br />

mejor de los ilusionistas— se humedecía con la lengua la punta del dedo índice<br />

de la derecha, la metía en el bolsillo del pantalón y acto seguido, una vez que lo<br />

había untado de chile, lo restregaba en el ano de la rata y la dejaba<br />

revolcándose. En tanto abría las puertas, él corría también hasta la meta y,<br />

tomándola de la cola, la golpeaba contra el piso y la remataba de un pisotón en<br />

la cabeza. No dejaba una con vida; sabía que sin dientes morirían al poco<br />

tiempo. A Agustín le decían el Gato, por eso de las ratas. (¿Por qué no dijiste<br />

todo?, 102)<br />

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