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NARRATIVAS MARGINALES Y GUERRA SUCIA EN MÉXICO (1968 ...

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simplemente por un acto de la voluntad. El regreso del pasado no es siempre<br />

un momento liberador del recuerdo, sino un advenimiento, una captura del<br />

presente. (Sarlo, 9)<br />

Por otra parte, las visiones de Jesús no sólo presentan la muerte de Aurora<br />

como imagen recurrente, aparecen también diversos animales cuyo elemento en<br />

común es que se alimentan chupando sangre. Los animales se asocian con Jesús por<br />

el acto de beber, así como por tratarse de animales parásitos que de algún modo<br />

comparten su marginalidad con el alcohólico, ya que ambos provocan repugnancia y<br />

se alimentan de otros seres. La única alucinación que aparece cuando Jesús está en<br />

un lugar público comienza cuando ve a los animales ensañarse con su mano después<br />

de meterla en el bolsillo para buscar la cajetilla de cigarros. De este modo, me<br />

parece que también la imagen de los animales está relacionada con la huella<br />

profunda que la violencia deja impresa en el sujeto. De este modo, Jesús en tanto<br />

“arcángel de la utopía, caído, en su desdicha” —como lo describe Gerardo de la Torre<br />

en la voz de Galdino—, deviene en testigo de la historia silenciada que sufre el<br />

suplicio en su cuerpo.<br />

Jesús recargado en la barra, metió la mano en la bolsa del saco para buscar<br />

cigarros. Los animalitos se pegaron a la piel, las trompas diminutas chupaban,<br />

extraían. Al contacto retiró la mano y golpeó con ella la atmósfera tibia de la<br />

cantina con su afán desmesurado de arrancar a los bichos, hemípteros tenaces<br />

que presagiaban desastre. Jesús se miró la mano oscurecida por las chinches.<br />

Golpeó con ella, palma y revés, la madera de la barra, pero las chinches<br />

sostuvieron el acoso, imperturbables, invictas. Rascó entonces con furia y las<br />

uñas fueron más allá de las chinches, atravesaron seres incorpóreos,<br />

penetraron la piel y abrieron surcos que abrumó la sangre. Desaparecieron las<br />

chinches. Sobre la piel resplandecían cuatro surcos sanguinolentos. Jesús fue<br />

al lavabo y dejó que el agua corriera sobre la mano herida. Después le dio la<br />

vuelta a la bolsa del saco, cayó la cajetilla de cigarros, una moneda, menudas<br />

borlas de hilo y polvo. (Muertes de Aurora, 104-105)<br />

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