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Relaciones internacionales.indb - HOMINES

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LECCIÓN MAGISTRAL DE LA HONORABLE MIRIAM NAVEIRA...<br />

Realmente no me percaté de la magnitud del impacto de mi presencia<br />

en este bastión masculino hasta que ya había estado varios meses en el<br />

Tribunal. La explicación es relativamente sencilla. Asumí el cargo casi a<br />

fines de junio del 1985, cuando el Tribunal recesa y se divide en Salas,<br />

usualmente de tres, para atender el despacho. Esto es para decidir si se<br />

expide o no un recurso y resolver las numerosas mociones que a diario<br />

se presentan. Esa Primera Sala de Verano la integramos los tres recién<br />

llegados: Peter Ortiz, Federico Hernández Denton y yo. Con estos dos<br />

jueces yo había trabajado anteriormente, ya estábamos acostumbrados a<br />

trabajar juntos. Además, mientras menos personas participan en el proceso<br />

colegiado, menor es la dificultad de colegiar. A manera de anécdota quisiera<br />

contarles lo que nos sucedió. Como todos los integrantes de la Sala<br />

éramos novatos, cuando llegó una moción solicitando la reconsideración<br />

de una sentencia que había emitido el Tribunal en pleno y a nosotros nos<br />

pareció que los peticionarios tenían razón, que la sentencia era incorrecta,<br />

procedimos a hacer lo que creíamos era nuestro deber, revocarla. Y así<br />

fue como una Sala de sólo tres jueces revocó al pleno del Tribunal. En<br />

retrospectiva, creo que realmente no nos debieron dejar solos en esa nuestra<br />

primera incursión en las labores del tribunal. Lo que salvó la situación<br />

fue que los demás jueces estuvieron de acuerdo en que procedía conceder<br />

la reconsideración.<br />

El 30 de septiembre de 1985, antes de que se reuniera nuevamente el<br />

Tribunal en pleno el primero de octubre, se retiró su Presidente, don José<br />

Trías Monge, quedando como Juez Presidente interino el Juez Asociado<br />

Carlos Juan Irizarry Yunqué. Esto dio comienzo a un ciclo de renuncias y<br />

nombramientos que parecían sucederse cada dos meses. El 18 de diciembre<br />

juramentó el honorable Víctor Pons Núñez como Juez Presidente y un<br />

mes más tarde se retiró el Juez Asociado Irizarry Yunqué. Y, finalmente,<br />

el 6 de marzo de 1986, juramentó como Juez Asociado el honorable Rafael<br />

Alonso Alonso. Y así fue que en menos de un año el Tribunal quedó<br />

totalmente renovado. Sólo quedaron dos jueces de la vieja guardia, los<br />

autodenominados custodios de las tradiciones no escritas. Quiero decirles<br />

que por casi un año este hecho les ofreció gran ventaja, ya que en situaciones<br />

difíciles podían hacer uso del argumento de que la tradición no escrita<br />

indicaba que deberíamos hacer lo contrario a lo que la mayoría pensaba<br />

era lo correcto. Este estado de derecho procesal no escrito duró hasta que<br />

nos dimos cuenta que en un número considerable de casos la tradición no<br />

escrita aparentaba ser una que se estaba creando en ese momento.<br />

Ahora bien, de los siete jueces que integraban el Tribunal, sólo dos<br />

habían trabajado con mujeres de igual a igual, el resto estaba acostumbrado<br />

a mandar en el trabajo, a que el rol de la mujer fuese el de subalterna. Si<br />

a esto le añadimos que los siete nunca habíamos trabajado juntos, por lo<br />

que desconocíamos la manera de pensar de cada cual, podrán entender lo<br />

140<br />

Vol. XX, Núm. x - xxxxx de 2005 • <strong>HOMINES</strong> •

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