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NAMUNÍ Y NININA: LA REPRESENTACIÓN DE LA MUJER NEGRA...
bofetones de mano blanca de esclavista, cuando Namuní, aburrida y rebelde,
respondía por su libre saber”. Y a la pregunta: “¿Cuál es el arte de
la gramática castellana” respondía “Fregar un bacín con propiedad, mi
Ama” (74). También le contaba Namuní de todo su esfuerzo, al quedar
embarazada, por trabajar fuera de la propiedad del ama para comprar la
libertad del hijo que llevaba en su vientre. Al descubrir su embarazo, el
ama, quien la quería casar con su cocinero chino, la castiga y la envía a
cortar caña doce horas diarias con grillos en los pies, ignorando que “una
fibra valiente y una sangre libre corría por aquel cuerpo menudo”. Y cito
a Namuní: “Ni ella ni cada Amo de esclavos me hubiera hecho bajar la
cabeza. Trabajé duro, me rompí las manos, los pies se me llenaron de
sangre halando el hierro. Pero dije: yo no tengo un hijo esclavo pa’ que
me lo coja el cuero del contramayoral. Mi hijo nacerá libre” ... “Cuando
cumplí los cinco meses, fui a verla y le puse sobre las manos las dos onzas
de oro que pedían por mi barriga” (75). Otra anécdota que demuestra la
resistencia y subversión de la mujer esclava que le sirve de inspiración a
Alonso es la que surge al ella preguntarle a Namuní si “le dieron mucho
látigo”:
Y la voz se la hacía ronca de cólera sorda: —Cuando fui muy joven me
dieron cuero. Pero después que tuve fuerza, ya no. La última vez que pasó
tuvieron que ponerme al cepo y vigilarme después, porque al mismo don
Manuel Picó, que era mi amo, le juré por la memoria de mi difunta madre
que le iba a cortar la mano. Parece que él entendió que yo no jugaba
porque no me dieron más. (77)
Son anécdotas como ésta las que inspiran a la joven Alonso en su
trayectoria de aprendizaje político, enseñándole que la dignidad y la entereza
moral deben defenderse a pesar de los riesgos. Al igual que en Agua
pasada, Tiempo ido está poblado mayormente de voces femeninas que le
señalan a Alonso la necesidad de la autonomía personal y nacional y que
marcan su trayectoria política, pero entre ellas la que se destaca es la voz
de Namuní.
En el caso de María Granados, su relación con la figura maternal
negra, Regina (familiarmente llamada Ninina) aparece de forma problemática,
tal vez por haber sigo obligada a compartir con ella una vida tan dura
y tan carente de privilegios. En contraste, Alonso habla desde la relativa
comodidad de una distancia cronológica y social, ya que es 30 años menor
que Granados y nunca se ve obligada a vivir las dificultades que vivió
Namuní, sino que las revive discursivamente, a través de las narraciones
de ésta. Granados es a la vez testigo ocular de la victimización de las
siervas de la familia y víctima de las mismas circunstancias sociales. En
su testimonio La otra María o la niña de Artemisa, vemos que el hecho
de que su padre fuera “capirro”, o sea, mulato claro, y que ella haya sido
criada por una ex-esclava mandinga, la afecta grandemente. Sin embargo,
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Vol. XX, Núm. x - xxxxx de 2005 • HOMINES •