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LA TEORÍA DE LA ARGUMENTACIÓN Y LA RETÓRICA
no somos infalibles, la verdad no se nos “revela” como un dato manifiesto.
Uno podría decir: “Dadme un buen punto de apoyo y construiré un
argumento”; sin embargo, esto también implica que toda premisa en un
debate puede ser cambiada o desafiada por el oponente (todo argumento
es refutable, decía Aristóteles).
En fin, como lo advierte Perelman, el lenguaje es en sí mismo irreductible
a la lógica formal; esto es, siempre puede haber debate sobre los
propios términos del lenguaje. Después de todo, al no haber evidencias
autosuficientes, el objetivo del argumentador será siempre aumentar o
disminuir la adherencia de una audiencia particular a una proposición en
cuestión, donde la adhesión debe ser suficiente para sostener una acción
como razonable y querible.
Aceptar la retórica como método para construir razonamientos válidos
parte de la simple aceptación del hecho que la gente se comunica y
toma decisiones usando modos de razonamiento que no son estrictamente
lógico-deductivos. Las personas, cuando se comunican, son a un tiempo
logos, ethos y pathos. No debemos olvidar que nadie argumenta “en el desierto”;
los argumentos recaen finalmente en casos reales presentadas a una
comunidad compuesta por personas reales en un contexto determinado.
La proposición, entonces, junto con sus premisas y los argumentos que las
sustentan, pueden ser aceptados o rechazados no sólo por razones lógicas.
Y esto es así, en particular cuando el debate versa sobre cuestiones relativas
a una mayor felicidad, bienestar o utilidad para las personas (donde los
elementos relativos a las emociones son, por cierto, importantes).
En definitiva, el contexto es relevante para determinar la validez o
invalidez de un argumento, más allá de las reglas de la lógica informal.
La situación personal de un diputado que va a legislar sobre el divorcio o
el consumo de drogas puede ser un dato relevante y no una mera falacia.
Recuérdese la anécdota del defensor de una mujer acusada de impiedad
en la Grecia antigua, que desgarró ante el Areópago el velo que cubría
el seno de la inculpada; el resultado fue que los jueces, conmovidos por
la belleza de la mujer, la absolvieron. Este es, diría un lógico, ¡¡un Argumento
físico!!
LA ESTRUCTURA DEL ARGUMENTO:
En términos generales, uno recurre al lenguaje, los hechos, datos y razonamientos
para construir un Argumento. La argumentación viene a ser,
entonces, el proceso en que se encadenan los argumentos para sustentar
una conclusión. Habermas considera la argumentación como la continuación,
con medios reflexivos, de la acción orientada a producir conocimiento.
Finalmente, en términos modernos, se entiende por racionalidad el uso
de la argumentación para resolver conflictos, tomar decisiones o arribar
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Vol. XX, Núm. x - xxxxx de 2005 • HOMINES •