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MENSAJE DEL LICENCIADO JAIME FONALLEDAS...
pensamientos que voy a compartir con ustedes sean una expresión del
afecto que les tengo a todos. Si entre ustedes hay un antiguo profesor mío,
si alguno de ustedes me dio clases, le agradezco su bondad y su falta de
memoria selectiva cuando fueron consultados por el Dr. Fernós sobre el
otorgamiento de este grado honorífico.
En la tarde de hoy voy a compartir con ustedes tres preocupaciones.
La tímida participación del sector empresarial en el discurso público. La
preocupante tendencia al continuado gigantismo gubernamental. Y la falta
de mecanismos privados para proponer soluciones y cambios al sistema
de creación de política pública. ¡Pero como tengo confianza en nuestra
gente, tengo esperanza en el futuro! Esperanza de que juntos uniremos
esfuerzos para discutir estos y otros problemas que aquejan el quehacer
social y económico de Puerto Rico.
Como premisa hay que dejar establecido que una democracia saludable
requiere, no solamente el libre ejercicio del derecho al voto, sino
también que haya espacios para que los ciudadanos puedan participar
en el debate de los asuntos públicos e influir en el proceso de establecer
política pública.
Es común que los ciudadanos corporativos y las agrupaciones empresariales
busquen influir en el proceso político expresándose sobre medidas
legislativas y promoviendo la acción de la rama ejecutiva sobre asuntos
que le afectan. Tradicionalmente, el empresario acude de forma reactiva
a la Asamblea Legislativa para expresar oposición o cambios a aquellas
iniciativas gubernamentales que de alguna forma u otra puedan afectar sus
intereses. Como decimos comúnmente, “cuando te pisan el callo”.
¿Es eso suficiente La realidad es que el sector empresarial no está
respondiendo adecuadamente a los retos que presenta la actual evolución
de la situación política, económica y social de Puerto Rico ante un mundo
globalizado.
El sector empresarial reconoce que existe una tendencia que apunta
hacia un mayor radicalismo del debate político puertorriqueño. Y, a mayor
confrontación en la discusión de asuntos públicos, menor es el espacio
remanente para el diálogo creativo y la convergencia en la búsqueda de
soluciones innovadoras a los problemas económicos de Puerto Rico.
La polarización político-partidista resulta particularmente preocupante
cuando los partidos políticos en Puerto Rico ejercen una virtual supremacía
sobre nuestro sistema de gobierno. Cosa que hasta el ilustre Juez
Antonio Negrón García, del Tribunal Supremo, llamara en una opinión “la
PARTIDOCRACIA, esto es, la creencia de que el Gobierno y el partido
político mayoritario son una misma cosa”.
Ante estos retos, el sector privado, que no es exclusivamente el empresarial,
está llamado a desempeñar un papel más activo y más amplio en nuestro
sistema político. Ya es hora que los empresarios, como sector, digamos
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Vol. XX, Núm. x - xxxxx de 2005 • HOMINES •