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Relaciones internacionales.indb - HOMINES

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NAMUNÍ Y NININA: LA REPRESENTACIÓN DE LA MUJER NEGRA...<br />

a los principios básicos de los derechos humanos:<br />

Las negras mandingas esclavas libertas de mi abuela vivían en la más<br />

completa ignorancia; no tenían ideas de la dignidad humana; no sabían<br />

si tenían algún derecho; ignoraban si merecían vivir mejor de lo que les<br />

permitía la patrona. A ésta les era fácil convencerlas de que habían nacido<br />

para hacer la felicidad de otras personas y que tenían que contentarse con<br />

las migajas que de vez en cuando les arrojaban. Esta era la vida de mi<br />

pobre Ninina. No se atrevía siquiera a reclamar lo que era suyo, lo que le<br />

habían asignado por sus servicios, al comprar su libertad (25-26).<br />

Es difícil determinar si la ansiedad de la narradora al recordar su<br />

pasado es causada por el abandono y rechazo de su familia privilegiada<br />

o por haber sido obligada a compartir la vida de la servidumbre negra<br />

sintiéndose ella blanca y sabiéndose nieta de la marquesa de Tenerife.<br />

María Granados (o familiarmente, Pepilla) se cría como hija de Ninina,<br />

conociendo los ritos y el dialecto arará, pero es sólo por la determinación<br />

de Ninina que ésta es aceptada a su mundo: “Las santeras del cabildo<br />

pusieron reparos por mi presencia. Era natural. En aquellos tiempos difícilmente<br />

se encontraba un blanco en los templos africanos; yo no encajaba<br />

en sus ritos, aunque todos los conocía. Pero Ninina impuso su voluntad<br />

y vivimos allí unos meses” (56). Aunque Granados es incorporada a la<br />

comunidad negra casi completamente, expresa angustia por no haber sido<br />

tratada como a los demás nietos blancos de Doña Josefa:<br />

Cuando mi abuela iba a España, había un barco donde le ponían una<br />

alfombra para que ella pasara. Yo no recuerdo el nombre del barco, lo<br />

que sé es que mi abuela, toda llena de alhajas, subía majestuosa hasta el<br />

barco y se despedía de sus nietos con un beso en la mejilla. Yo quería<br />

que me besara a mí también, pero nunca lo hizo. Cuando quería que me<br />

llamaran, le decía a una de sus criadas: “A la hija de puta que venga.”<br />

(21) Jamás me llamó por mi nombre ... Cuando mi abuela decía “A la<br />

hija de puta que venga”, yo venía acompañada por Ninina. (22)<br />

Desde el punto de vista de la narradora, los únicos dos factores que<br />

le otorgaban valor a Ninina eran sus orígenes tribales y su estatus religioso.<br />

Granados expresa su admiración al decir que “las mujeres de la tribu<br />

mandinga todas eran negras, negras con facciones como las de las blancas”<br />

y que eran muy difíciles de “agarrar”. Se produce cierta ambigüedad al<br />

unir dos términos dispares —la belleza física según los modelos europeos<br />

y el espíritu libre y combativo. Por otra parte, para la narradora es muy<br />

importante saber que Ninina está ubicada en una posición de autoridad<br />

como “Reina del Cabildo de Arará del barrio de Jesús María”. 2 En esta<br />

2<br />

El cabildo era una asociación de ayuda mutua (una asociación religioso-mutualista),<br />

precidido por un rey, escogido entre sus integrantes de más edad,<br />

jerarquía tribal o religiosa. (Ver nota al calce, Núñez Machín 19.)<br />

336<br />

Vol. XX, Núm. x - xxxxx de 2005 • <strong>HOMINES</strong> •

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