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MIRIAM NAVEIRA MERLY
Lo que les he dicho me lleva a la firme convicción de que los jueces
más importantes del sistema son los de instancia. Éstos son los que advienen
en contacto con la gente que recurre a los tribunales, muchas veces
para preservar lo más preciado de sus vidas. El juez de instancia con sus
actuaciones puede fortalecer el sistema judicial o destruir la fe del pueblo
en la justicia. Después de todo, en la mayor parte de los casos, los tribunales
apelativos vamos a aplicar el Derecho a los hechos judiciales que ellos
han determinado. Si éstos no concuerdan con los hechos reales, podría
haber un menoscabo de la justicia.
Luego de esta corta digresión quisiera regresar a mis experiencias en el
Tribunal Supremo. Una de las cosas que para mí es de las más preciadas
es el derecho de todo ser humano a su dignidad, integridad personal e intimidad.
La protección de estos derechos es de vital importancia. Hoy más
que nunca tenemos que esforzamos en conservarlos pues en esta violenta
y convulsionada sociedad donde vivimos, el miedo puede ser agente catalítico
que nos lleve a ceder aun estos preciados derechos. Considero que el
caso de Arroyo v. Rattan Specialties, Inc., 117 D.P.R 35 (1986), sembró la
semilla de esta protección en los tribunales en el ámbito obrero-patronal.
En este caso se le exigía a un ebanista que para poder continuar trabajando
en la empresa de Rattan tenía que someterse a la prueba del polígrafo. Esta
prueba le permite al patrono invadir la mente y auscultar los pensamientos.
En este caso, entre otras cosas, resolvimos que el obrero tenía derecho a
impedir mediante el uso del recurso extraordinario de injunction que se le
obligase a someterse la prueba del polígrafo como condición para retener
su empleo de ebanista. Además, llamamos la atención a que los avances
tecnológicos y científicos pueden resultar de gran beneficio, “pero no se
puede perder de vista que éstos son susceptible de ser mal utilizados y
pueden convertirse en instrumentos para esclavizar al hombre y minar
lo más preciado para el ser humano: su dignidad, integridad personal e
intimidad”. Arroyo v. Rattan Specialties, Inc., supra, p. 54.
Les diré que en este caso no me fue fácil colegiar, tardé más de seis
meses en lograrlo. El Juez Presidente en ese entonces, el honorable Víctor
Pons Núñez se inhibió. Dos de los Jueces concurrieron y disintieron,
uno dio su conformidad con voto explicativo y en ese momento había
una vacante en el Tribunal, la del Juez Alonso Alonso, que juramentó al
otro día de certificar la Opinión. Cabe señalar que éste ya me había manifestado
que no iba a intervenir. Una mayoría finita, pero mayoría al fin.
Fue mi prueba de fuego. Después de este caso ya todos mis compañeros
sabían que para mí la protección del derecho a la intimidad, la dignidad
e integridad del ser humano era algo muy preciado que defendería con
todas mis fuerzas. Hay una frase en inglés que yo siempre utilizo cuando
quiero comunicarles a mis colegas que algún asunto reviste para mí una
gran importancia y significa mucho. Esta frase, en buen “spanglish” es,
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