Relaciones internacionales.indb - HOMINES

RAMÓN A. CRUZ
charlatán culto aunque enajenado.
Los grandes adelantos científicos y el desarrollo tecnológico han
experimentado un avance explosivo: nunca se logró tanto en tan corto
tiempo. Sin embargo, las ciencias del hombre —la sociología, la ciencia
política, la economía— están prácticamente estancadas o dando vueltas de
noria. El conocimiento del hombre sobre sí mismo, sus potencialidades,
su capacidad creadora no han adelantado ni remotamente paralelas a los
avances materiales de las ciencias que se han logrado. Sólo la sicología de
profundidad con Freud, Adler, Jung y otros ha comenzado a descorrer el
velo de la personalidad humana con el estudio del subconsciente.
Afortunadamente, no obstante, hay notables síntomas prometedores:
cada vez más los hombres de ciencia —no los técnicos—, sino los verdaderos
científicos se acercan más a la participación y la coordinación con los
estudios humanísticos. El craso materialismo y el mero empirismo casi no
encuentran ya defensores entre los hombres de ciencia ni entre los pensadores.
Éstos hace ya tiempo que se han dado cuenta de que el hombre no
es una máquina que se mueve por meras reacciones químicas; el hombre
es espíritu y el espíritu no es apresable por las vías del razonamiento, ni
mucho menos medible cuantitativamente. Si se me preguntara qué es el
espíritu por algún materialista, contestaría con otra pregunta: ¿qué es la
materia La ciencia no lo sabe con exactitud, ni puede definirla con precisión.
Si se llega hasta la última reducción de la materia, se encuentra... al
parecer ¡Nada!, una fuerza, una energía misteriosa. James Young Simpson,
profesor de ciencias naturales en la Universidad de Edinburgo ha dicho
las siguientes palabras:
Los conceptos fundamentales de la ciencia moderna, ya sea el electrón o
el gen, tratan de lo invisible, cuando que San Pablo habló de Dios como
Uno “a quien ningún hombre ha visto o podrá ver”.
Las humanidades tienen que ver con los grandes problemas del hombre:
Dios, el alma, la inmortalidad. Sus instrumentos son múltiples: literatura,
historia, filosofía, religión comparada, derecho y aquellos aspectos
de las ciencias sociales que tienen un contenido humanístico. Su método
son los idiomas, el diálogo, los textos, las obras de arte, todo cuanto toca
al hombre y es producto de sus anhelos y empeños creadores frente a la
Naturaleza, incluso, desde luego, la propia ciencia. Las humanidades,
claro está, no contestan categóricamente las grandes preguntas del hombre;
pero propician el ánimo para que cada quien se las conteste dentro
de sí; fomentan la actitud y la disposición necesarias para la elevación
del espíritu, afinan la sensibilidad, le dotan de una estimativa de valores
informada, enderezan la voluntad hacia propósitos superiores, templan y
condicionan la pasión para hacerla útil, desarrollan el amor y el respeto
por los seres y la creación toda, propenden a crear una conciencia moral,
hacen al individuo más humano, más libre, más dueño de sí mismo; en
• HOMINES • Vol. XX, Núm. x - xxxxx de 2005 155