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LUIS A. OTERO
La productividad la podemos definir como cuánto mejoramiento he
logrado en los procesos o trabajos del día. En otras palabras, cuánto he
ganado u obtenido a cambio de los recursos y esfuerzos puestos en hacer
esa tarea en particular.
Es difícil pensar que en nuestras actividades hogareñas tenga que existir
la productividad, término que se asocia más con fábricas y grandes
compañías que a sus momentos tranquilos en la privacidad de su hogar,
en momentos de diversión o su diario vivir fuera del ambiente de trabajo.
Éstas a su vez requieren una evaluación continua para lograr cambios
positivos en nuestro estándar de vida a nivel individual y a nivel agregado.
Esta evaluación continua no es necesariamente un método científico
complicado sino un proceso bien simple donde anteponemos el bienestar
del colectivo por las agendas privadas o el egoísmo propio.
Hay otras ocasiones cuando la productividad es afectada no por una
actividad sino por la inactividad de la persona. Un vívido ejemplo de inactividad
afectando la productividad individual ocurre después de un viernes
social y su consabido “hangover” del sábado por la mañana; día que por
lo general es utilizado para hacer trabajo en la casa y otras actividades que
no se pueden completar durante la semana con la intención de aliviar la
cantidad de trabajo de la semana que entra. No obstante, este “hangover”
reduce la cantidad de trabajo útil que se haría el sábado, ya que la persona
está afectada por el desbalance físico causado por el consumo de alcohol la
noche anterior. Otra inacción que afecta la productividad de un pueblo es
el tiempo que sus ciudadanos utilizan observando programas de televisión
en vez de utilizarlo en la ejecución de otra actividad orientada al mejoramiento
personal o familiar, tales como la lectura, en la participación activa
en deportes, en actividades voluntarias o participación activa en asuntos
comunitarios.
El ciudadano de cualquier país que sea tiene que entender que las agendas
personales, el egoísmo y los derroches tienen un costo asociado con
éstos. En Estados Unidos hay un dicho muy cierto: “no hay tal cosa como
un almuerzo gratis”; en otras palabras hay un motivo o un costo asociado
con una acción que se lleva a cabo. Si usted tira un papel pequeñito a la
calle éste le va a costar a usted ya sea en impuestos, pérdida de entrada
monetaria en turismo por la mala impresión que se llevan los turistas o
mala reputación, en aumento en contaminación ambiental y el costo exorbitante
de limpiar o reparar algo que no estaba sucio o dañado.
Póngase los zapatos de turista y vaya de viaje a uno de los sitios más
concurridos por los puertorriqueños, Disney World, en Orlando, Florida.
En su mayoría, ya que hay excepciones a la regla, cuando el turista puertorriqueño
viene de sus vacaciones queda impresionado por la eficiencia, la
limpieza, la organización y el buen servicio que se recibe. Ahora, si usted
se encontrara con unos alrededores llenos de basura, malas caras cuando
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