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Relaciones internacionales.indb - HOMINES

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RAMÓN A. CRUZ<br />

de individuos que componen una comunidad con miras a reglamentar<br />

(ordenar) el trato humano en beneficio de la justicia y la armonía. Una<br />

de sus funciones debe ser la de contribuir a la creación de un ambiente<br />

social de sana convivencia y colaboración, propicio al cultivo de las artes<br />

y las ciencias y al disfrute de la libertad. Hay quienes creen que la libertad<br />

consiste en hacer cada uno lo que le venga en ganas, sin tener ganas de<br />

hacer nada que valga la pena.<br />

El ambiente social al que hemos aludido sólo puede producirse si<br />

los seres humanos son libres y sólo lo serán si disfrutan de un gobierno<br />

democrático, verdaderamente democrático en su esencial validez. Ahora<br />

bien, para mantener una democracia viva y eficaz es necesario que los<br />

ciudadanos que la componen tengan cierto grado de ilustración; de ahí la<br />

necesidad de una educación común, básica para todos. No basta con que<br />

los ciudadanos sepan leer y escribir. Deben tener y ejercitar capacidad para<br />

bregar con los conceptos y con la crítica bien fundada, deben también poder<br />

apreciar y discernir situaciones y actitudes. Estas capacidades pueden<br />

fomentarse mediante los estudios humanísticos.<br />

El aprendizaje de destrezas, y si se quiere de técnicas, es necesario y<br />

útil; pero debe acompañarse del aprendizaje de las humanidades para que<br />

tengan la mayor validez y eficacia. La dedicación exclusiva a las destrezas y<br />

a la tecnología, la servil entrega a una civilización de meros técnicos achata<br />

el espíritu y obnuvila la visión de los amplios horizontes de la creatividad.<br />

El especialismo debe estar templado por el humanismo. Ambos no se excluyen<br />

necesariamente; por el contrario, se será mejor especialista si se tiene<br />

un conocimiento básico de los varios campos culturales, si se le permite al<br />

alma discurrir por los caminos del ensueño y a la imaginación desplegar<br />

su vuelo cada vez más amplio. El tener noticia de las creaciones del hombre<br />

sobre la tierra enriquece el espíritu y lo capacita. Ya lo dijo Ortega: el<br />

especialista y nada más que eso, es un bárbaro que generalmente habla de<br />

lo que no sabe a base de lo que sabe de su especialidad: nada más lejos de<br />

la educación humanista; nada más remoto de una educación redondeada,<br />

integradora. Este tipo de educación es, en nuestro mundo y para el hombre<br />

de nuestra época una urgente necesidad. No es simplemente deseable; es<br />

un imperativo. Me doy perfecta cuenta de que el logro de este propósito no<br />

es nada fácil, y que no es cosa de unos años más; pero en algún momento<br />

debemos empezar, y ya es más tarde de lo que creen algunos. En lo que dejo<br />

dicho creo haber contestado las preguntas de si debemos conocer estas cosas<br />

y por qué y de si sirven para algo. La naturaleza y la necesidad de estudiar<br />

el material de la rica cantera de las humanidades es para nosotros evidente.<br />

Pienso, además, que cada quién en su interioridad a poco que lo medita encontrará<br />

más argumentos para la defensa de la educación humanística que<br />

aquí hemos tratado de explicar.<br />

Esta primera lección al inaugurar este nuevo recinto intenta dar a<br />

• <strong>HOMINES</strong> • Vol. XX, Núm. x - xxxxx de 2005 157

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