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PAULO FREIRE
por ejemplo, Suecia le dio un regalo a cada ministro —un coche, pues
no era lógico que ese ministro quemara el coche. No obstante, al usar
el coche y vivir en aquella casa lujosa corría el riesgo de alejarse de
las masas populares. Entonces este es un problema más que había en
el proceso de revolucionario y muchos de los ministros que conocí
estaban muy conscientes de esto. Por ello, el partido exigía que los
ministros participaran de los núcleos del partido en las áreas populares,
como miembro, como presidente de núcleos para disminuir un poco el
aislamiento que la situación concreta creaba.
Después de obtener el poder se planteaba la cuestión, y ahora voy
directamente al plano que me gustaría plantear a ustedes. Llegó el momento
en que el ministerio de educación tuvo que anular el papel de la
educación anterior e inmediatamente o simultáneamente programar la
nueva educación que correspondiera al sueño político del proceso de liberación.
Este es uno de los grandes problemas de la sociedad en la etapa
de transición revolucionaria que se tiene que confrontar. Miren ustedes,
de un lado la vieja educación colonialista que no tiene nada que ver, yo
diría tal vez casi nada que ver con la creación de la nueva sociedad, que
no está hecha todavía. Segundo, ¡la educación nueva que corresponde a
la nueva sociedad no puede estar hecha porque no hay la nueva sociedad!
¡entonces insistir en la preservación de la educación anterior obstaculiza el
surgimiento de la nueva sociedad! y sin embargo, no se puede tener en su
totalidad la nueva educación porque no hay la nueva sociedad. Para que
vean que esta cuestión no es mecánica como algunos de nosotros a veces
pensamos. Algunas personas piensan que con la llegada de la revolución
el poder se tiene al día siguiente, y con la transformación automáticamente
una nueva supraestructura de la cual la educación toma una parte; este
es un sueño, es un idealismo extraordinario porque no ocurre así, la cosa
es dialéctica, la cosa es contradictoria, procesal, es dinámica. La nueva
sociedad se va constituyendo en la práctica del nuevo poder y en función
de la presencia mayor o menor de las masas populares, pero yo no quiero
entrar mucho ahí para no salirnos del tema central. Evidentemente que la
educación sistemática, la educación que se da en las escuelas, no importa
si son escuelas primarias o universitarias, o secundarias; la educación es un
subsistema del sistema mayor que es exactamente un sistema social donde
hay una cierta visión de la economía del desarrollo de la producción. La
educación sistemática con ese subsistema refleja indudablemente, y siempre
fue así, los intereses de quienes ejercen el poder. Imaginan ustedes
que la burguesía antes de hacer su revolución hubiera solicitado cambios
a la aristocracia; imagínense ustedes que una comisión de burgueses en
aquella época fuera a conversar con el liderazgo aristócrata y al decirle a
este liderazgo que abandonase el poder,: “miren señores nosotros somos
los burgueses, estamos emergiendo ahora en la sociedad y tenemos objeti-
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