Relaciones internacionales.indb - HOMINES

WALTER MURRAY CESTERO
Si Pabón tiene razón, entonces es preferible que escriba libros con los ojos
únicamente y no con una pluma fuente.
Además, ni Michel Foucault, quien ha defendido la locura o la sinrazón
en su primer libro, ni Jean Paul Lyotard, quien aparentemente conceptúa la
“modernidad” como una narrativa articulada por una “razón totalizadora
y terrorista”, 61 parecen reconocer la insanidad y la irracionalidad de los
campamentos de exterminio nazi y el hecho de que los nacional-socialistas,
al igual que los posmodernistas, rehuyeron la argumentación, estetizaron la
filosofía y la política y convirtieron la historia en un desecho, 62 en el cual,
como en el caso de Nación Posmorten, es lícito introducir el Kitsch.
También, los autores posmodernistas parecen ignorar que no pueden
escapar a las “categorías totalizantes” del lenguaje que tanto critican. Es
decir, que al articular el concepto de un “pensar especial” están sucumbiendo
ante la misma metafísica y el esencialismo que dicen superar. De
ese modo, su propia razón totalizadora construye otra metanarrativa en la
medida en que se subsumen y se aplanan aquellas iniciativas denominadas
“positivistas” en la categoría de la “metafísica sospechosa”. 63 El resultado
final de estas “estrategias” es la eliminación del “significador trascendente”
y de la posibilidad de establecer juicios basados en una decisión racional
entre los paradigmas en pugna.
III. APROXIMACIONES A LA NACIÓN POSTMORTEM
Supongamos con Martin Jay que el Holocausto no es más que un
constructo conceptual post facto, creado por algunos historiadores recientemente,
cuya realidad alegadamente no puede probarse, porque ningún
testigo pudo experimentarla en su totalidad. Por otro lado, consideremos
que, según Hayden White, ni aun integrando los testimonios aislados de los
testigos, y dejando a un lado el hecho de que las víctimas que más sufrieron
la Shoah ya no pueden hablar, se puede llegar a fabricar válidamente un
tejido histórico del evento. Estos supuestos serían aceptables porque, parece
ser, que para este autor posmoderno no existen criterios objetivos externos
o archivos históricos que proporcionen acceso a la verdad o una pauta
que permita establecer la superioridad de una interpretación como ésa
sobre otra distinta, más allá de los nudos, tramas, modelos explanatorios
y posturas ideológicas de cada cual. En fin, nos da la impresión que con
el postmodernismo la era del Michel Foucault de Las palabras y las cosas ha
llegado. Todo parece ser, en este sentido, como aquella ficción que Borges,
a quien admiramos como poeta, pero no como metafísico, se inventa
61
Aschheim, p. 13.
62
Ídem.
63
Ídem.
• HOMINES • Vol. XX, Núm. x - xxxxx de 2005 243