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LECCIÓN MAGISTRAL DE LA HONORABLE MIRIAM NAVEIRA...
“sobre esto tengo strong feelings”.
En 1986 llegó a mi oficina una ponencia circulada como sentencia que
me llenó de una gran pena y angustia, pues denotaba una total incomprensión
de la situación de muchas mujeres en nuestra sociedad. En esos
momentos la frase violencia doméstica no formaba parte del vocabulario
del pueblo. Los hechos eran relativamente sencillos. Un señor salía de un
negocio acompañado de unas cuantas personas cuando escuchó que lo
estaban llamando desde un automóvil. Era una mujer que había sido su
amante. Se acercó al vehículo. Al poco rato surgió una discusión “en la
cual la víctima alegadamente le profirió palabras altisonantes... Y puso
en entredicho su hombría. En medio de esta discusión el acusado sacó
un revolver que portaba ilegalmente y le disparó seis veces causándole la
muerte”. El error que había levantado el acusado ante nosotros era que el
foro de instancia había errado al no concederle el beneficio de una sentencia
suspendida. Originalmente mis compañeros se habían inclinado a
revocar al foro de instancia y conceder la sentencia suspendida. Escribí un
disenso para concientizarlos de la magnitud del problema para las mujeres.
Abogué por que el Tribunal reconociese expresamente que “[l]a violencia,
[especialmente contra la mujer], es uno de los problemas sociales más
serios y alarmantes a que nos enfrentamos hoy día”. Pueblo v. Esmurria
Rosado, 117 D.P.R. 884, 886 (1989). No los pude convencer para que se
unieran a mi voto particular, pero logré que la sentencia que finalmente
se emitió denegase el beneficio de la sentencia suspendida. De esta forma
entiendo se evitó que el Tribunal enviase un mensaje equivocado al foro
de instancia.
Mucho más importante aún, un año y tres meses después, la Legislatura
acogió mis planteamientos y aprobó la Ley Núm. 54 de 15 de agosto
de 1989, titulada Ley para la Prevención e Intervención con la Violencia
Doméstica. Entiendo que fue este caso el que inició en el Tribunal un
cambio de actitudes que propició el ambiente para la aprobación unánime
de la creación de una Comisión para Estudiar el Discrimen por Razón de
Género en el Tribunales.
Otro caso de esta misma naturaleza que tuvo un final inesperado que
pone a uno a pensar si realmente el mensaje ha calado, fue el de San
Vicente Frau v. Policía de Puerto Rico, 142 D.P.R. 1, 7 (1996). Este caso
trata sobre un teniente de la policía que fue expulsado de la uniformada
por haber agredido a su compañera consensual. Apeló a la Comisión de
Investigación, Procesamiento y Apelación (C.I.P.A.) y ésta redujo la sanción
a una suspensión de empleo y sueldo por un período de cinco meses.
Inconforme con este dictamen, el Superintendente de la Policía apeló. Y
nosotros, unánimemente, mediante Opinión Per Curiam, revocamos a la
C.I.P.A. Al analizar el desarrollo de este caso me sentí esperanzada, pues
tal parecía que tanto el Superintendente de la policía como el Tribunal
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Vol. XX, Núm. x - xxxxx de 2005 • HOMINES •