Estado y Educación. Luis B. Prieto F..pdf - concursoscultca
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tesis de todos los elementos de desintegración, con la consiguiente subordinación<br />
del interés individual al interés colectivo”.<br />
Pero ha de comprenderse bien que esa asignación de fines generales a la<br />
educación es siempre el resultado de una consulta al pueblo, mediante los<br />
programas y las tesis sostenidas por los grupos y partidos, a los cuales ha de<br />
entenderse que la mayoría les da su asentimiento cuando consignan su voto<br />
por esos programas y por los hombres que van a ponerlos en práctica. No<br />
hay otra manera de entender la democracia, ni el grupo derrotado en una<br />
elección puede pretender que sea su programa el que sirva de norma al<br />
Gobierno y a la política sustentada por el <strong>Estado</strong>, cuando el pueblo ha votado<br />
en otro sentido. Tampoco podría decirse que cuando un partido triunfa<br />
y pone en práctica su programa para orientar la educación del país o la política<br />
económica y social, está convirtiendo el gobierno o la escuela en vehículo<br />
de expresión de sus ideas o de instrumento de poder, porque, si se considera<br />
que el triunfo de un partido no es sólo el producto del voto de sus<br />
militantes, la mayoría que obtiene, síntesis de diversos criterios, concilia sus<br />
aspiraciones en el programa del partido triunfante. Sería negar la democracia<br />
pretender que los grupos minoritarios sean los que fijen orientaciones al<br />
Gobierno, porque en este caso la inversión daría sentido oligárquico al<br />
<strong>Estado</strong>. Esta doctrina es aplicable cuando el partido triunfante obtiene la<br />
mayoría absoluta y tiene representación en las Cámaras para hacer valer su<br />
programa. Cuando sucede lo contrario, el partido triunfante no dispone de<br />
mayoría para imponer su programa y debe hacer concesiones o aceptar lo<br />
que la mayoría decide en el Congreso.<br />
Las argumentaciones anteriores suponen el funcionamiento del <strong>Estado</strong><br />
democrático, tal como se le conoce en la doctrina, pero el predominio de los<br />
grupos que manejan la economía del país desvirtúa esa estructura, poniendo<br />
todo el poder al servicio de sus intereses. Por tales razones hay que luchar<br />
por el establecimiento de un régimen de igualdad, donde el poder económico<br />
esté en las manos del pueblo mediante el control de las industrias básicas<br />
y las palancas del poder económico del crédito, representado en los bancos,<br />
donde la tierra laborada por los campesinos, organizados en grandes cooperativas<br />
produzca para todos y no para beneficio de una casta. Una estruc-<br />
LUIS BELTRÁN PRIETO FIGUEROA 51