Estado y Educación. Luis B. Prieto F..pdf - concursoscultca
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la del <strong>Estado</strong>. Es accesible a la vez, materialmente porque en un principio<br />
ella no adhiere a ninguna creencia filosófica o religiosa en particular.<br />
La intervención del <strong>Estado</strong> en la educación no tiene, como algunos pretenden<br />
hacer creer, carácter anti-confesional o confesional, sino que con<br />
ello realiza una función propia, que no puede discutírsele hoy día, función<br />
de mayor trascendencia que la de regulación de los precios o la fijación de<br />
tarifas, porque se relaciona directamente con su permanencia y estabilidad<br />
como organización y porque de ella depende la seguridad y expansión espiritual,<br />
su crecimiento como nación y el respeto de los otros componentes de<br />
la comunidad internacional. Regularizar precios puede ser función transitoria<br />
en momentos de escasez. La dirección y control de la educación ha de<br />
ser permanente, por tratarse de una necesidad de siempre, ya que ésta debe<br />
considerarse, según afirmación de un eminente educador, “como una función<br />
natural en proceso de vida para la coordinación y defensa de la nación<br />
que el <strong>Estado</strong> representa”.<br />
Se dirá que en esta forma el <strong>Estado</strong> se resta una colaboración valiosa;<br />
pero tal afirmación carece de fundamento, porque el <strong>Estado</strong> no renuncia a<br />
esa colaboración sino que la solicita y la estimula, pero condicionándola, sin<br />
embargo, a sus necesidades y a las conveniencias de la colectividad, de la<br />
cual es árbitro y defensor; necesidades y conveniencias que están por encima<br />
de las conveniencias particulares de personas o de grupos.<br />
Por otra parte, tal condicionamiento no lesiona los intereses de los<br />
educadores, pues si éstos lo son de verdad, sus objetivos no pueden ser diferentes<br />
ni estar en contraposición con los de la colectividad, ni mucho<br />
menos sufren lesión los de los educandos, que gracias a la intervención del<br />
<strong>Estado</strong> no” pueden ser desorientados sino educados para servir mejor en un<br />
mundo de intereses cruzados y contrapuestos que han de ser resueltos<br />
mediante un criterio de comprensión y armonía sociales, producto de una<br />
educación de sentido humano, que la visión limitada de conveniencias<br />
momentáneas es incapaz de suministrar. Además, si como dije antes, la<br />
libertad de enseñar no es sino expresión de la libertad de trabajo, de la libertad<br />
de pensamiento y de la libertad de reunión, nadie puede alegar que<br />
aquélla debe ejercerse sin control, cuando éstas se ejercitan bajo reglamen-<br />
LUIS BELTRÁN PRIETO FIGUEROA 63