del aprendizaje
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...planear “en sentido contrario” buenas preguntas,<br />
ofrece la posibilidad de que las actividades de <strong>aprendizaje</strong><br />
“en el sentido correcto” puedan cambiar de rumbo a la luz de<br />
las respuestas de los estudiantes.<br />
pH <strong>del</strong> NaOH en concentración 10 molar?” o “¿Sería<br />
tu masa la misma si estuvieras en la luna?”. Todas<br />
estas preguntas son cerradas, con una sola respuesta<br />
correcta, pero tienen valor porque con frecuencia<br />
revelan concepciones <strong>del</strong> estudiante que difieren de<br />
los previstos por el docente (muchos estudiantes<br />
creen que el cálculo es aproximado, que un pH no<br />
puede ser mayor de 14 y que su masa depende de la<br />
gravedad, al igual que su peso).<br />
Por lo tanto, planear “en sentido contrario” buenas<br />
preguntas como las anteriores ofrece la posibilidad<br />
de que las actividades de <strong>aprendizaje</strong> “en el sentido<br />
correcto” puedan cambiar de rumbo a la luz de las<br />
respuestas de los estudiantes. Estos “momentos<br />
de contingencia” —puntos de la secuencia de<br />
instrucción cuando la instrucción puede proceder<br />
en diversas direcciones según las respuestas de<br />
los estudiantes— son centrales a la regulación<br />
<strong>del</strong> <strong>aprendizaje</strong>. De hecho, Black y Wiliam (2009)<br />
sostienen que la evaluación formativa se interesa<br />
esencialmente en “la creación y capitalización de los<br />
‘momentos de contingencia’ en la instrucción con el<br />
fin de regular los procesos de <strong>aprendizaje</strong>” (p. 6). Una<br />
teoría de la evaluación formativa es, por lo tanto, mucho<br />
más limitada que una teoría global de la enseñanza y<br />
el <strong>aprendizaje</strong>, aunque se liga de manera significativa<br />
a otros aspectos de la enseñanza y el <strong>aprendizaje</strong>, ya<br />
que la manera en que los docentes, los estudiantes<br />
y sus pares crean y capitalizan estos momentos de<br />
contingencia implica considerar aspectos relativos al<br />
diseño de la instrucción, el currículo, la pedagogía, la<br />
psicología y la epistemología.<br />
Resumen<br />
En este capítulo se han trazado una serie de líneas<br />
significativas sobre el desarrollo <strong>del</strong> concepto de evaluación<br />
formativa, aunque la explicación es, por necesidad,<br />
altamente selectiva. Los primeros usos <strong>del</strong><br />
término se basaron en la idea de la retroalimentación<br />
y en las metáforas navegacionales, centrándose en<br />
la retroalimentación como medida correctiva para<br />
devolver el <strong>aprendizaje</strong> a su trayectoria prevista. Durante<br />
los últimos cien años, literalmente millares de<br />
estudios han intentado determinar qué clases de intervenciones<br />
de retroalimentación mejoran el <strong>aprendizaje</strong><br />
y cuánto, pero el valor de estos estudios es<br />
limitado debido a que tienen una débil conceptualización<br />
de la intervención de la retroalimentación en<br />
sí misma y de las clases de <strong>aprendizaje</strong> que se han<br />
estudiado, y debido a que no han logrado considerar<br />
los impactos a largo plazo. Durante los últimos veinte<br />
años, ha habido un interés considerable en el uso<br />
de la evaluación formativa, no de forma aislada sino<br />
como una característica integral de la práctica educativa<br />
de alta calidad en las aulas, y se ha propuesto un<br />
gran número de definiciones.<br />
En este capítulo, se ha presentado una definición de<br />
evaluación formativa enfatizando el rol de la evaluación<br />
para mejorar la calidad de las decisiones a tomar<br />
sobre la instrucción, esta definición incluye definiciones<br />
anteriores de la “evaluación formativa”.<br />
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