del aprendizaje
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especialmente a las áreas medulares <strong>del</strong> currículo<br />
y la evaluación. Nos hemos centrado mucho en las<br />
prácticas y políticas de evaluación en el primer capítulo<br />
y en éste: la evaluación, en particular, proporciona las<br />
señales clave —a estudiantes, docentes y padres—<br />
sobre lo que se valora y lo que es periférico en la<br />
educación. Si la evaluación equilibrada favorece los<br />
enfoques tradicionales <strong>del</strong> <strong>aprendizaje</strong>, en lugar de<br />
fomentar las competencias <strong>del</strong> siglo XXI, no debería<br />
sorprender que los ambientes de <strong>aprendizaje</strong> que<br />
se asemejan a las conclusiones que introducen este<br />
capítulo sigan siendo la excepción y no la regla (véase<br />
p. ej., Looney, 2009).<br />
Por lo tanto, si bien es comprensible que los<br />
programas de cambio con respecto a las escuelas<br />
como organizaciones de <strong>aprendizaje</strong> comiencen con<br />
el conocimiento y las capacidades de los docentes y<br />
se centren en la formación de docentes y su desarrollo<br />
profesional, asegurar sistemas de evaluación<br />
coherentes y con mirada hacia el futuro puede ser<br />
igual de importante para lograr un cambio. La función<br />
más general de la política pública se encuentra en la<br />
función difusa pero esencial de enmarcar y respaldar<br />
los ambientes positivos, que influyen en las culturas<br />
generales positivas dentro de las escuelas y en la<br />
sociedad en general.<br />
Concluimos con una preocupación general acerca<br />
de las exigencias requeridas por los principios<br />
fundamentales de este volumen, sobre la base de<br />
una amplia investigación en ciencias <strong>del</strong> <strong>aprendizaje</strong>.<br />
Muchas de las direcciones para el cambio según<br />
lo sugerido por los autores exigen altos niveles de<br />
experiencia y profesionalidad. El uso flexible de los<br />
espacios de <strong>aprendizaje</strong> con recursos adecuados<br />
supone un nivel de inversión que está fuera <strong>del</strong> alcance<br />
en muchos rincones <strong>del</strong> mundo. ¿Significa esto que<br />
tales direcciones representan un lujo de privilegio<br />
y poco realista? Claramente, abundantes recursos<br />
bien invertidos pueden marcar una gran diferencia en<br />
lo que los ambientes de <strong>aprendizaje</strong> pueden hacer.<br />
Pero los sistemas educativos son ya muy costosos y<br />
creemos que muchas de las propuestas contenidas<br />
en el presente volumen requieren una reorientación<br />
de los recursos existentes en lugar de crear nuevos y<br />
elevados recursos. La primera publicación Ambientes<br />
Innovadores de Aprendizaje (OCDE, 2008b) demostró<br />
lo que con frecuencia se puede hacer con bajas<br />
inversiones financieras en las comunidades pobres<br />
cuando se cuenta con la creatividad y la motivación<br />
apropiadas (en este caso, en México). Dado el<br />
estímulo y el impulso adecuados, las conclusiones<br />
expuestas en este volumen muestran el camino<br />
para el diseño y el mantenimiento de ambientes de<br />
<strong>aprendizaje</strong> para el siglo XXI.<br />
El uso flexible de los espacios<br />
de <strong>aprendizaje</strong> con recursos<br />
adecuados supone un nivel de<br />
inversión que está fuera <strong>del</strong><br />
alcance en muchos rincones <strong>del</strong><br />
mundo. ¿Significa esto que tales<br />
direcciones representan un lujo<br />
de privilegio poco realista?<br />
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