del aprendizaje
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suficientes evidencias de que haya entre los<br />
especialistas en curriculum, y de los diseñadores de<br />
los currículos, una discusión epistemológica en torno<br />
a qué tipo de conocimiento se corresponde con las<br />
demandas de la sociedad <strong>del</strong> conocimiento, o acerca<br />
de qué tipo de conocimiento es el más pertinente para<br />
distribuir desde el curriculum escolar. Una excepción<br />
es el texto de Morin Los siete saberes de la educación<br />
<strong>del</strong> futuro, documento de base para dicho debate en<br />
el marco <strong>del</strong> proyecto transdisciplinario “Educación<br />
para un futuro sostenible” de la UNESCO. Por eso,<br />
Morin lo presenta aclarando que “Este texto antecede<br />
cualquier guía o compendio de enseñanza. No es un<br />
tratado sobre el conjunto de materias que deben o<br />
deberían enseñarse: pretende única y esencialmente<br />
exponer problemas centrales o fundamentales que<br />
permanecen por completo ignorados u olvidados y<br />
que son necesarios para enseñar en el próximo siglo.<br />
Hay siete saberes “fundamentales” que la educación<br />
<strong>del</strong> futuro debería tratar en cualquier sociedad y en<br />
cualquier cultura sin excepción alguna ni rechazo<br />
según los usos y las reglas propias de cada sociedad<br />
y de cada cultura”. (Morin, 1999; prólogo).<br />
Las reformas <strong>del</strong> curriculum en América Latina<br />
Es sumamente importante que estas discusiones<br />
tengan lugar ya que la mayoría de los países de la región<br />
han encarado reformas curriculares importantes en<br />
los últimos veinte años (Dussel, 2006; Vezub, 2014;<br />
Rivas, 2015) que han acompañado los cambios en los<br />
aspectos de organización y administración que han<br />
estado presente en las reformas latinoamericanas,<br />
tales como la descentralización o la desconcentración,<br />
la creación e instalación de mecanismos de medición<br />
de logros de <strong>aprendizaje</strong>, entre otros (Gajardo, 1999;<br />
Grindle, 2002; Concha Albornoz, 2005).<br />
Varios análisis realizados recientemente describen<br />
los procesos de reforma educativa de las últimas décadas<br />
en la región y respecto <strong>del</strong> curriculum ofrecen<br />
algunas conclusiones. 21 Una de las conclusiones relevantes<br />
es que, si bien en todas las reformas educativas<br />
que tuvieron lugar en la región en la década<br />
de los 90 se produjeron reformas curriculares importantes,<br />
estas tuvieron énfasis diferentes a los de los<br />
procesos de reforma curricular de la década de los<br />
2000. Hay coincidencia en señalar que en la década<br />
en los 90 el énfasis estuvo puesto en la elaboración<br />
de los documentos curriculares, pero que en los 2000<br />
el problema era, además, cómo eso llegaba al aula<br />
“porque el estilo de cambio curricular vía documentos<br />
mostró limitaciones para conectarse con la vida<br />
real de las escuelas y su traducción a las prácticas”<br />
(Rivas, 2015:73). “Esa lectura crítica [referida a que el<br />
problema no es solo el documento sino como llega a<br />
las aulas] se evidencia en los cambios de énfasis respecto<br />
a algunas decisiones anteriores. [Hay un cambio]<br />
por ejemplo [en] las tendencias, contundentes en<br />
los noventa, hacia currículos más contextualizados,<br />
más integración disciplinar y mayor énfasis en contenidos<br />
procedimentales y actitudinales. La última generación<br />
de reformas curriculares (mayoritariamente<br />
producidas después de 2005) comparte como rasgo<br />
general una cierta vuelta a los contenidos disciplinarios<br />
y a las asignaturas escolares, si bien persiste la<br />
fundamentación constructivista <strong>del</strong> sujeto de apren-<br />
21 Los textos en los que se basan estas reflexiones son: Dussel (2006) cuyo análisis comprende en aspectos generales Argentina, Bolivia,<br />
Brasil, Colombia, Costa Rica, Cuba, Chile, Ecuador, Honduras, El Salvador, México, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay<br />
y Venezuela, profundizando en cuatro de ellos (Argentina, Chile, Colombia y Uruguay); Vezub (coord.) (2014) en el que se estudian de manera<br />
comparada Argentina, Chile, Colombia, Ecuador y México; y Rivas (2015) que estudia los siete países latinoamericanos que han participado en<br />
las pruebas PISA (Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México, Perú y Uruguay).<br />
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