del aprendizaje
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Los mecanismos subyacentes a la relación entre el estatus<br />
socioeconómico y el desarrollo de los niños incluyen la<br />
inestabilidad familiar, la ayuda social, la relación entre padres<br />
e hijos, la forma de educar a los hijos y las características <strong>del</strong><br />
entorno familiar.<br />
Hay evidencia de que los ingresos están más<br />
relacionados con los resultados cognitivos que con<br />
los comportamentales (Duncan y otros, 1998; Kohen<br />
y otros, 2002) o que con los resultados en salud<br />
(Burgess, Propper y Rigg, 2004; Korenman y Miller,<br />
1997). Las políticas que aumentan la renta y el empleo<br />
de los padres pueden aumentar así la participación,<br />
académica, los logros, así como las aspiraciones<br />
educativas y laborales de los hijos (Gennetian y otros,<br />
2002; Gennetian y Miller, 2002; Huston y otros,<br />
2001; Kagitcibasi, Sunar y Bekman, 2001; Morris,<br />
Duncan y Clark-Kauffman, 2005; Soares y Collares,<br />
2006). Morris y otros (2005) examinaron los efectos<br />
de las evaluaciones de siete programas antipobreza<br />
y de ayuda social, que empleaban una asignación<br />
aleatoria e independiente de las condiciones de los<br />
beneficiados. Encontraron que los programas que<br />
aumentaban el empleo y los ingresos de los padres<br />
conllevaban mejoras significativas <strong>del</strong> desempeño<br />
cognitivo de los niños en edad preescolar.<br />
Los mecanismos subyacentes a la relación entre el<br />
estatus socioeconómico y el desarrollo de los niños<br />
incluyen la inestabilidad familiar, la ayuda social, la<br />
relación entre padres e hijos, la forma de educar a los<br />
hijos y las características <strong>del</strong> entorno familiar (Evans,<br />
2004; Mcculloch y Joshi, 2001; Pittman y Chase-<br />
Lansdale, 2001). En las familias en que los padres<br />
pasan más tiempo interactuando con sus hijos,<br />
animándolos a hablar, imitar palabras e identificar<br />
objetos, los niños tienden a aprender palabras antes<br />
y más fácilmente que en hogares donde hay poca<br />
comunicación. La investigación ha demostrado<br />
que cuando los padres mo<strong>del</strong>an el vocabulario, la<br />
expresión y el razonamiento mediante interacciones<br />
diarias con los hijos en situaciones de la “vida real”,<br />
es más probable que aprendan a hablar y utilizar<br />
las palabras (Berger, 2000; Downey, 2002; National<br />
Research Council, 1998; Sénéchal y Lefevre, 2002;<br />
Weems y Rogers, 2007).<br />
Las actitudes de los padres hacia la lectura tienen<br />
una repercusión significativa en las opiniones de los<br />
niños sobre la lectura y su participación en el proceso<br />
de alfabetización (Baker, Scher y Mackler, 1997;<br />
Hewison y Tizard, 2004). Los estudios concluyen que<br />
el involucramiento de los padres en la lectura debe<br />
incluir: a) enseñar letras, sonidos y las relaciones<br />
entre las letras y los sonidos a los niños; b) compartir<br />
conversaciones con los niños para estimular el<br />
desarrollo <strong>del</strong> vocabulario; y c) mo<strong>del</strong>ar buenos<br />
hábitos de lectura y escritura, leyendo juntos todos<br />
los días y visitando bibliotecas y museos (National<br />
Reading Panel, 2000). Es conveniente que los niños<br />
consideren la lectura como una experiencia agradable,<br />
y para los padres esto se traduce a menudo en hacer<br />
de la lectura de historias una interacción positiva,<br />
donde se solicita a los niños que participen en contar<br />
la historia. Las interacciones positivas con los libros<br />
ayudan a los niños a aprender sobre el placer y la<br />
satisfacción de leer, y tales sensaciones a menudo<br />
están ligadas a la motivación creciente de los niños<br />
para leer (Baker, Serpell y Sonnenschein, 1995;<br />
Mckenna, 1994; Snow y Tabors, 1996; Torr, 2004).<br />
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