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del aprendizaje

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centra fundamentalmente en las dinámicas e interacciones<br />

de cuatro dimensiones: el alumno (quién), los<br />

docentes y otros profesionales de la enseñanza<br />

(con quién), el contenido (qué aprender) y las instalaciones<br />

y tecnologías (dónde y con qué). Dichas<br />

dinámicas e interacciones incluyen los distintos enfoques<br />

pedagógicos y las actividades de <strong>aprendizaje</strong><br />

en la semana, periodo o año lectivos. Por lo tanto, el<br />

tiempo es fundamental, ya que cualquier conjunto de<br />

relaciones o combinación de actividades solo tiene<br />

sentido en la forma en que se desarrollan a lo largo<br />

<strong>del</strong> tiempo, no como una idea. La evaluación es integral<br />

tanto mediante la forma en que los objetivos de<br />

evaluación configuran el contenido como mediante la<br />

función que desempeña en las dinámicas e interacciones<br />

de la enseñanza y el <strong>aprendizaje</strong>. Esta es una<br />

comprensión más holística <strong>del</strong> “ambiente” que cuando<br />

indica —como es común— los entornos físicos<br />

o tecnológicos <strong>del</strong> <strong>aprendizaje</strong> (aunque las instalaciones<br />

y la infraestructura tecnológica contribuyen sin<br />

duda; véase, p. ej., Manninen y otros, 2007).<br />

Esta conceptualización se basa en la idea de la<br />

naturaleza <strong>del</strong> <strong>aprendizaje</strong> esbozada por De Corte en<br />

el próximo capítulo: el <strong>aprendizaje</strong> debe entenderse<br />

como “contextualizado”. El contexto inmediato de<br />

cualquier episodio de <strong>aprendizaje</strong> es precisamente el<br />

“entorno de <strong>aprendizaje</strong>”, según lo entendemos. Las<br />

influencias de la sociedad, la familia y la comunidad<br />

—tema central de los capítulos 10 y 11— se<br />

incluyen en este marco de referencia, en particular<br />

a través de la dimensión de los alumnos. Esto se<br />

refiere no solo al número de alumnos y los perfiles<br />

demográficos (edad, género, etc.), sino también a<br />

su origen social, actitudes, entorno familiar, etc. Esta<br />

conceptualización también concuerda con las ideas<br />

desarrolladas por Resnick y sus colegas en el capítulo<br />

12, como se ha mencionado más arriba: mucha de<br />

la investigación sobre el <strong>aprendizaje</strong> se ve limitada<br />

por el escaso hincapié que se realiza sobre las rutinas<br />

organizacionales y culturales en que el <strong>aprendizaje</strong> se<br />

lleva a cabo.<br />

De entre todos los ambientes de <strong>aprendizaje</strong>, el proyecto<br />

ILE se interesa principalmente en aquellos que<br />

están dirigidos a los jóvenes, al menos en parte, y<br />

siguen un enfoque innovador. Hemos evitado <strong>del</strong>iberadamente<br />

referirnos a ellos como “escuelas innovadoras”<br />

porque lo que nos interesa son las formas en<br />

que el <strong>aprendizaje</strong> está organizado y configurado y no<br />

las propias instituciones; además no todos estos ambientes<br />

se hallarán en escuelas (aunque en muchos<br />

casos así sea). El centro de atención en la innovación<br />

deriva <strong>del</strong> punto de partida de este capítulo —las razones<br />

por las que el <strong>aprendizaje</strong> ha pasado cada vez<br />

más a ocupar un lugar central exigen nuevos enfoques<br />

y configuraciones, no un retorno a la comodidad<br />

de lo intentado y probado. Cumplir con los principios<br />

de eficacia de la enseñanza tal y como se desarrollan<br />

en el presente informe y se resumen en el capítulo<br />

13 requerirá un cambio importante de las prácticas<br />

actuales en buena parte de los entornos educativos<br />

disponibles para los jóvenes en la mayoría de nuestros<br />

sistemas.<br />

El objetivo de este libro<br />

El objetivo de este libro es contribuir a superar la “gran<br />

desconexión” entre la investigación sobre el <strong>aprendizaje</strong><br />

de los estudiantes, por una parte, y el mundo de<br />

la política y la práctica, por la otra. Obviamente, este<br />

último abarca una amplia gama de actores—desde el<br />

docente que solo trabaja en el aula a los dirigentes<br />

de las escuelas, pasando por los asesores, administradores<br />

o políticos— con diferentes funciones y necesidades.<br />

A pesar de dicha variedad de actores, la<br />

gran atención prestada en los capítulos que siguen<br />

a continuación a la obtención de evidencia extraídas<br />

de las ciencias <strong>del</strong> <strong>aprendizaje</strong> y lo que se dice acerca<br />

<strong>del</strong> diseño de los ambientes de <strong>aprendizaje</strong> preten-<br />

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