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del aprendizaje

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que podemos contar ahora sobre el <strong>aprendizaje</strong> es<br />

mucho más rica que nunca” (Bransford y otros, 2000:<br />

3). De Corte (este volumen) también traza la forma<br />

en que esta investigación ha pasado cada vez más<br />

de artificiales ejercicios y situaciones de laboratorio<br />

a la actividad de la vida real en las aulas y, por lo tanto,<br />

es mucho más pertinente en lo que respecta a la<br />

educación.<br />

Con el crecimiento de la investigación ha llegado<br />

realmente la pretensión de que la práctica y la política<br />

educativa puedan estar verdaderamente “basadas<br />

en pruebas empíricas” (OCDE, 2007). La ciencia<br />

<strong>del</strong> <strong>aprendizaje</strong> “pone de relieve la importancia de<br />

reconsiderar lo que se enseña, la forma en que se<br />

enseña y la manera en que se evalúa la experiencia<br />

adquirida” (Bransford y otros, 2000) y puede orientar<br />

el diseño de nuevos y más potentes ambientes de<br />

<strong>aprendizaje</strong> (De Corte, 2000). Raudenbush (2008) va<br />

incluso más lejos y concluye que los “conocimientos<br />

acerca de los efectos de la instrucción proporciona<br />

un fundamento científico de la política relativa a los<br />

recursos. Por lo tanto, el estudio de la instrucción en<br />

el aula desempeña un papel en la política educativa<br />

similar al <strong>del</strong> estudio de la práctica clínica en las<br />

políticas de salud”.<br />

Esta reivindicación optimista en favor de la fuerza y<br />

la importancia de la base de conocimientos contrasta<br />

marcadamente con los puntos de vista que se describen<br />

en la sección anterior y que lamentan la falta de<br />

comprensión de lo que ocurre en las aulas —al menos<br />

sugiere que el terreno es desfavorable para que<br />

los mensajes de la investigación arraiguen. Hay que<br />

preguntarse si los encargados de la formulación de<br />

políticas no desconfían habitualmente de la actitud de<br />

los investigadores de convencerlos de que se sienten<br />

y tomen nota. En efecto, si se espera que corresponda<br />

a otros asimilar las lecciones de las ciencias <strong>del</strong><br />

<strong>aprendizaje</strong>, en lugar de participar activamente en un<br />

diálogo auténtico y en el diseño de la educación, es<br />

probable que fracase la empresa de configurar la política<br />

y la práctica.<br />

En parte, el problema radica en la propia impenetrabilidad<br />

de tanta investigación, escrita por investigadores<br />

para investigadores y a menudo solo para el<br />

subconjunto de quienes comparten un interés particular<br />

especializado. Así mismo, la inaccesibilidad<br />

y por consiguiente la fragmentación de la base de<br />

conocimientos, es otro obstáculo que hay que superar:<br />

si las personas que trabajan en las ciencias <strong>del</strong><br />

<strong>aprendizaje</strong> no construyen puentes entre las diferentes<br />

sub-disciplinas y especialidades, no resulta sorprendente<br />

que otros tampoco puedan hacerlo. Por lo<br />

tanto, si empieza a reconocerse el valor de la base<br />

de conocimientos, se necesita llevar a cabo un esfuerzo<br />

importante para sintetizar y hacer accesible<br />

y pertinente una base de conocimientos a menudo<br />

difícil y fragmentada. La difusión de los resultados de<br />

la investigación en una forma accesible y fácil de entender<br />

mediante reportes analíticos puede ayudar en<br />

la comunicación de las evidencias de la investigación<br />

a los encargados de la formulación de políticas y los<br />

profesionales (Harlen y Crick, 2004). Existen buenos<br />

ejemplos de este tipo de iniciativas que merece la<br />

pena mencionar (p. ej., APA Work Group of the Board<br />

of Educational Affairs, 1997; Bransford y otros, 2000;<br />

Vosniadou, 2001). Nuestro libro aporta su propia contribución<br />

a esta causa.<br />

Sin embargo, las esperanzas de que esto pueda abrir<br />

el camino a la adopción generalizada de las conclusiones<br />

de las ciencias <strong>del</strong> <strong>aprendizaje</strong> pueden ser excesivamente<br />

optimistas, independientemente de que<br />

existan la voluntad política y las condiciones para ello.<br />

Un problema fundamental radica en la interpretación<br />

actual <strong>del</strong> <strong>aprendizaje</strong>, como indica De Corte en el<br />

próximo capítulo, como esencialmente “contextualizado”.<br />

El hecho de que la naturaleza y los resultados<br />

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