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Cementerio de animales - Stephen King

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23<br />

Se <strong>de</strong>spertó a las nueve <strong>de</strong> la mañana. Por las ventanas orientadas al este<br />

entraba un sol resplan<strong>de</strong>ciente. Estaba sonando el teléfono. Louis <strong>de</strong>scolgó.<br />

—¿Diga?<br />

—¡Eh! —dijo Rachel—. ¿Te he <strong>de</strong>spertado? Pues me alegro.<br />

—Sí, me has <strong>de</strong>spertado, pécora —sonrió él.<br />

—¡Oooh! ¿Qué modales son ésos? Grosero —dijo ella—. Te llamé anoche.<br />

¿Estabas en casa <strong>de</strong> Jud?<br />

Él vaciló apenas una fracción <strong>de</strong> segundo.<br />

—Sí —dijo—. Nos tomamos unas cervezas. Norma había ido a no sé qué<br />

cena <strong>de</strong> Acción <strong>de</strong> Gracias. Quería llamarte, pero… y a sabes lo que ocurre.<br />

—Sí, y a sé lo que ocurre.<br />

Charlaron un rato. Rachel le puso al corriente <strong>de</strong> las noveda<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la familia,<br />

aunque maldita la falta. No obstante, se alegró <strong>de</strong> saber que la calva <strong>de</strong> su suegro<br />

aumentaba <strong>de</strong> tamaño a pasos agigantados.<br />

—¿Quieres hablar con Gage? —preguntó Rachel.<br />

Louis sonrió ampliamente.<br />

—¡Cómo no! Pero no le <strong>de</strong>jes colgar el teléfono como la otra vez.<br />

Se oían ruidos al otro extremo <strong>de</strong>l hilo y la voz <strong>de</strong> Rachel que instaba al niño a<br />

<strong>de</strong>cir hola a papá.<br />

Por fin Gage dijo:<br />

—Hola, paaá.<br />

—Hola, Gage —respondió Louis alegremente—. ¿Cómo estás? ¿Qué haces?<br />

¿Has vuelto a tirar el soporte <strong>de</strong> las pipas <strong>de</strong>l abuelo? Me gustaría mucho. A ver si<br />

ahora arreglas los sellos <strong>de</strong> la colección.<br />

Gage estuvo parloteando jubiloso durante unos treinta segundos salpicando su<br />

discurso <strong>de</strong> alguna que otra palabra reconocible: « mammi, Élite, huelo, buela,<br />

coche, joe y caca» . Su vocabulario era cada día más extenso.<br />

Por fin, Rachel consiguió arrancarle el auricular <strong>de</strong> las manos, con estri<strong>de</strong>ntes<br />

protestas <strong>de</strong> Gage y profundo alivio <strong>de</strong> Louis. Él quería mucho a su hijo y le<br />

echaba <strong>de</strong> menos atrozmente, pero mantener una conversación con un crío <strong>de</strong><br />

menos <strong>de</strong> dos años era como tratar <strong>de</strong> jugar a las damas con un <strong>de</strong>mente: las<br />

fichas bailaban por todas partes y acababas comiéndote las tuyas.<br />

—¿Y cómo van las cosas por ahí? —preguntó Rachel.<br />

—Oh, muy bien —dijo Louis, esta vez sin la más leve vacilación; pero<br />

comprendía que antes, cuando Rachel le preguntó si estaba en casa <strong>de</strong> Jud la<br />

noche anterior y él respondió que sí, había dado un paso <strong>de</strong>cisivo. Le pareció oír<br />

la voz <strong>de</strong> Jud Crandall: « El fondo <strong>de</strong>l corazón <strong>de</strong>l hombre es más árido Louis…

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