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Cementerio de animales - Stephen King

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Louis había sacado al gato, pero encontró a Ellie sentada en la cama, más<br />

dormida que <strong>de</strong>spierta, y al gato tendido en la colcha, una sombra negra que<br />

recordaba la silueta <strong>de</strong> un gigantesco murciélago. Los ojos <strong>de</strong>l animal estaban<br />

abiertos y, a la luz <strong>de</strong>l pasillo, relucía con ellos una mirada estúpida.<br />

—Papi, llévatelo <strong>de</strong> aquí —casi gimió Ellie—. Huele mal.<br />

—Sssh, Ellie, duerme —dijo Louis, asombrado <strong>de</strong> la calma que <strong>de</strong>notaba su<br />

voz. Entonces recordó la mañana siguiente a su noche <strong>de</strong> sonámbulo, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong><br />

la muerte <strong>de</strong> Pascow, cuando, al llegar a la enfermería, se fue directamente al<br />

cuarto <strong>de</strong> baño para mirarse al espejo, convencido <strong>de</strong> que tendría un aspecto<br />

infernal. Sin embargo, estaba prácticamente normal. Estas cosas te hacían<br />

preguntarte cuántas personas andarían por ahí disimulando espantosos secretos.<br />

« ¡Pero esto no es un secreto, puñeta! ¡Es sólo el gato!» .<br />

Ellie tenía razón. Apestaba.<br />

Agarró al gato y lo llevó abajo, tratando <strong>de</strong> respirar por la boca. Había olores<br />

peores que aquél; sin ir más lejos, el <strong>de</strong> la mierda, hablando en plata. Hacía un<br />

mes, vaciaron la fosa séptica y, como dijo Jud cuando se acercó a ver funcionar<br />

la bomba <strong>de</strong> Puffer e Hijos, « No huele precisamente a Chanel Cinco, ¿eh,<br />

Louis?» . El olor <strong>de</strong> la gangrena —« carne caliente» como <strong>de</strong>cía el viejo doctor<br />

Bracermunn <strong>de</strong> la facultad— también era peor. Incluso el olor <strong>de</strong>l convertidor<br />

catalítico <strong>de</strong>l Civic, cuando llevaba un rato funcionando en el garaje, era peor.<br />

De todos modos, era un olor bastante asqueroso. Pero ¿cómo se había metido<br />

en casa el gato? Él lo sacó con la escoba hacía rato, cuando los tres —su familia<br />

— estaban arriba. Era la primera vez que tocaba al gato <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el día en que el<br />

animal volvió a casa hacía casi una semana. Se <strong>de</strong>jaba llevar en brazos<br />

dócilmente, y Louis creía estar transportando un foco <strong>de</strong> infección latente. « ¿Por<br />

qué agujero te has colado, canalla?» , pensaba Louis.<br />

Entonces recordó el sueño en el que Pascow se filtrara a través <strong>de</strong> la puerta<br />

<strong>de</strong> la cocina.<br />

Quizá no había agujero. Quizá había entrado como un fantasma.<br />

—Lo que faltaba —murmuró Louis, con la voz un poco ronca.<br />

De pronto, Louis pensó que el gato podía revolverse y arañarle. Pero Church<br />

se mantenía muy quieto, irradiando aquel calor estúpido y aquel tufo infecto y<br />

mirando fijamente a Louis como si pudiera leerle el pensamiento.<br />

Abrió la puerta y echó el gato al garaje, tal vez con excesiva brusquedad.<br />

—Anda —le dijo—, vete a matar ratones o lo que te dé la gana.<br />

Church cay ó pesadamente. Las patas traseras se le doblaron y quedó<br />

agazapado en el suelo. Lanzó a Louis una mirada ver<strong>de</strong> que parecía estar<br />

cargada <strong>de</strong> hostilidad, se levantó y se alejó con paso <strong>de</strong> borracho.<br />

« Caray, Jud —pensó Louis—, ¿por qué no te callaste?» .<br />

Se fue al frega<strong>de</strong>ro y se lavó las manos y los antebrazos restregando<br />

vigorosamente, como para una operación. « Lo haces porque algo se apo<strong>de</strong>ra <strong>de</strong>

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